Ayúdele al cerebro
Candilejas [email protected] | Viernes 05 marzo, 2021
Un cambio en su hogar, por pequeño que sea, modifica cosas en su cerebro y en su estado de ánimo. Aprovéchelo en tiempos de pandemia.
Aunque el concepto nació hace 25 años, cuando Fred Gage, neurocientífico del Instituto Salk de Estudios Biológicos de California, Estados Unidos, aseguró lo anterior, en realidad sus antecedentes son muy lejanos en el tiempo.
La arquitectura antigua de templos y catedrales, su iluminación, sus vitrales, generan paz y equilibrio al igual que lo hacen las mezquitas. Pero no se hablaba entonces de esto como una ciencia.
La neuroarquitectura es un avance actual en ese sentido.
La ciencia ha estudiado y verificado los cambios que produce el entorno en el cerebro de las personas.
Por ello, si se unen ciencia y arquitectura, se pueden crear edificios, casas, lugares de trabajo o de estudio, entre otros, que hagan sentirse bien a las personas, mejorando sus sensaciones de bienestar, estimulando su optimismo y con esto, una vida, una conducta y un desempeño mejor.
Sabemos ahora que ciertos espacios afilados, agudos y estrechos generan tensión de manera casi automática, producen una respuesta ansiosa.
En general, nuestros entornos, en casa, trabajo, centro educativo o calle, provocan reacciones en nosotros.
Por eso, es bueno entender lo que ocurre en nuestro cerebro como consecuencia de ciertos lugares y ambientes.
No es lo mismo la tranquilidad que puede sentirse en un espacio ordenado y limpio que en uno desordenado, caótico y con colores estridentes.
Por otro lado, pocas cosas nos afectan tanto como un entorno negativo. Para compensarlo, es importante transmitir alegría, optimismo y tomar en cuenta a las otras personas, además de modificar elementos en nuestros espacios.
Shuttestock / La República
“Los cambios en el entorno cambian el cerebro y por lo tanto, modifican nuestro comportamiento”, dijo Fred Gage.
La neurociencia puede mapear el cerebro y entender qué lo estimula y qué tipo de cosas lo activan.
Por ejemplo, los colores verdes reducen el ritmo cardíaco y alivian el estrés. Los tonos rojos estimulan la atención por lo que ayudan en tareas que requieren gran concentración mental. El tono rosa, calma los nervios y reduce la ira.
De ahí la importancia de la presencia de plantas. Además, si una luz blanca e intensa activa nuestro cerebro, las luces cálidas reducen el estrés.
Grandes olvidadas a veces, son las fragancias, en caso de elegir las adecuadas. Las naturales son las que favorecen la relajación. Lo natural suele ser siempre lo mejor.
Las paredes redondeadas nos ayudan a relajarnos más que las angulosas, pero si en su casa solo hay de estas últimas, usted puede cambiarlas mediante un sillón redondeado o almohadones redondos que suavicen la rigidez de las líneas rectas.
La neurociencia puede ayudar a los arquitectos a comprender científicamente este aspecto que, a través de la historia, había quedado sujeto al talento personal.
Pero no se trata de que deba usted construir una nueva casa. Con pocos cambios (cambiar el tono a una pared, poner unas macetas o fabricar unos bellos almohadones) puede lograr, a muy bajo costo, sentirse mejor en su hogar.
Si la pandemia nos obligó a permanecer más en casa, hagamos de ella un lugar acogedor, lleno de paz y alegría, que bien puede contrarrestar un poco las preocupaciones, el estrés y la incertidumbre.
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Carmen Juncos Biasutto y Ricardo Sossa Ortiz
Editores jefes y Directores de proyectos
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Fuentes: recogido de Neuroarquitectura, Reducir la negatividad del entorno, Neuroarquitectura: el poder del entorno sobre el cerebro, Neuroarquitectura: edificios diseñados con inteligencia y elaboración propia