Bueno o malo, todo depende del “foodie”
Todos estamos expuestos a la crítica
Santiago Fernández Benedetto [email protected]. | Viernes 07 septiembre, 2018
Todos estamos expuestos a la crítica.
El costarricense en particular tiene potencial para destacar aquello que del todo no cumplió sus expectativas, y la gastronomía no se queda atrás.
Es una parte intrínseca de la vida de cualquier persona o negocio que base sus actividades en el entretenimiento y el intercambio de servicios la de ser criticada o “evaluada” por sus clientes.
Al mismo tiempo que estas vivas voces se van proliferando lo hace la oferta.
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Nuestra gastronomía está en un punto clave, cada vez vemos más restaurantes, bares, cocineros, chefs, baristas y mixólogos que ocupan un espacio en el mercado, posición que no garantiza del todo su éxito.
Estos nuevos puntos gastronómicos dieron sin proponérselo alimento a una oleada de “críticos”, “foodies” o “influencers” que son tanto o más nuevos que los negocios que “evalúan”, con una diferencia muy importante: la carencia de conocimiento en el ámbito culinario de la grandísima mayoría.
La subjetividad puede elevar o no la reputación de todo un proyecto emergente.
Una crítica mal fundamentada, una comparación fuera de lugar o una expectativa inadecuada son en todo caso el arma punzocortante de estos escritores y visores autocalificados.
Claro está que son parte de la competitividad del gremio. Hoy por hoy el papel de los investigadores culinarios se vuelve necesario en la toma de decisión de los consumidores.
Son agentes de importancia en el ambiente cultural gastronómico de un país; entonces, ¿cómo podemos hacer para que unos puedan convivir con los otros en armonía?
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Ambos —negocios y críticos— necesitan entender que quien controla el presente define el futuro y la responsabilidad que tienen en sus manos va a determinar cómo vamos a vernos reflejados como cultura.
No podemos poner en el mismo contexto un café, una soda, una ventanita, un restaurante casual con uno gourmet.
No es lo mismo un delicioso tamal que una hamburguesa. La evaluación, crítica y preparación de cada proceso tiene que ser determinada por especialistas que han dado su vida a esa disciplina. Si desde temprano destruimos el potencial de quienes emergen, los obligamos a que sigan una trayectoria o tomen decisiones basadas en modas, tendencias o percepciones carentes de criterio profesional y tendremos una gastronomía aún más distorsionada en un futuro no muy lejano.