"Carteles gringos": las pandillas que venden en EE.UU. la droga producida en América Latina (y por qué no tienen capos como "El Chapo")
Darío Brooks - BBC News Mundo | Martes 07 octubre, 2025

Con el uniforme carcelario azul y naranja, y caminando con un paso lento y tambaleante, Ismael Zambada García ingresó a la sala de un tribunal federal de Nueva York en agosto pasado.
El que fuera el todopoderoso líder del Cartel de Sinaloa, conocido como el "jefe de jefes", se sentó en el banquillo de los acusados y leyó una declaración en la que reconoció haber encabezado durante décadas esa organización criminal que traficó drogas a Estados Unidos.
"Desde 1980 hasta el año pasado, 2024, transporté y vendí al menos un millón y medio de kilogramos de cocaína, la mayoría de los cuales fueron a Estados Unidos", dijo con voz pausada ante el juez.
Para la fiscal general de EE.UU., Pam Bondi, esta declaración de culpabilidad de Zambada García era una "victoria histórica" de la justicia de su país.
"Era uno de los narcotraficantes más prolíficos y poderosos del mundo. Su socio era 'El Chapo' [Joaquín Guzmán]. Fueron cofundadores del Cartel de Sinaloa. Asesinaron brutalmente a muchas personas e inundaron nuestro país con drogas. Su reinado de terror ha terminado", dijo Bondi.
En su declaración, la funcionaria también realizó un señalamiento que repiten una y otra vez las autoridades que combaten el narcotráfico en su país: que los carteles de México y otros países "inundan" Estados Unidos de drogas.
Pero, según sostiene el periodista e investigador mexicano Jesús Esquivel, en el país norteamericano, uno de los mayores consumidores de estupefacientes del mundo, "las drogas no se venden solas".
Esquivel, un experimentado corresponsal en EE.UU., publicó recientemente una investigación de varios años titulada "Los carteles gringos", que toca un tema controversial: la existencia de organizaciones de tráfico de drogas estadounidenses que, asegura, están a la par de las mexicanas, colombianas y de otras partes de América Latina y el mundo.
"Estos carteles compran a granel la droga al crimen organizado mexicano que se encarga solamente de llevarla a la frontera sur de Estados Unidos", dice Esquivel en entrevista con BBC Mundo.
"A partir de ahí ya son los carteles gringos los que se encargan de toda la logística: el transporte, la distribución, la venta, ponerle el precio y recuperar el dinero a través del lavado de dinero, tanto en instituciones financieras como en bruto, llevándolo por la frontera a México", afirma.

Otros expertos del tema, sin embargo, consideran que no se pueden comparar las organizaciones que trafican droga en EE.UU. con los carteles latinoamericanos.
"No hay carteles como los de América Latina en EE.UU, solo hay muchas pandillas de blancos, afroamericanos e hispanos. En México y en otros lugares, los carteles funcionan como paramilitares, cosa que no sucede en EE.UU.", señala Mike Vigil, exjefe de operaciones de la Administración para el Control de Drogas de EE.UU. (DEA, por sus siglas en inglés), en conversación con BBC Mundo.
Steven Dudley, codirector del centro de investigación y análisis Insight Crime, considera que existen "algunas similitudes" de "control coercitivo" en la venta de drogas en EE.UU., pero que las bandas estadounidenses no controlan gobiernos ni policías como las latinoamericanas.
En el fondo, según los expertos, no solo es una cuestión de denominación, (llamarles carteles o pandillas) sino de las diferencias en cómo EE.UU. opera su "guerra contra las drogas" dentro y fuera de sus fronteras.
El mercado número uno de drogas
A lo largo de décadas, en Estados Unidos se ha ido extendiendo el consumo de drogas, desde la cocaína, la heroína y la marihuana, hasta los opioides y las sustancias sintéticas como el fentanilo.
Las organizaciones criminales de América Latina se convirtieron en las principales proveedoras de estupefacientes a partir de la segunda mitad del Siglo XX, que es cuando surge la primera referencia a los "carteles" de las drogas.
Se los identificaba así porque cabían en el concepto alemán de "kartell", que es la confabulación entre comerciantes para eliminar la competencia y controlar los precios y distribución de un producto cualquiera.
Y con la guerra contra las drogas que lanzó el presidente estadounidense Richard Nixon (1969-1974), los carteles de Colombia y México comenzaron a ser los principales objetivos de la política antinarcóticos estadounidense.

Steven Dudley advierte que "cartel" es una "designación inventada" que hizo Estados Unidos para referirse a los grandes grupos criminales transnacionales. "Pero no tiene validez académica, se utiliza tan ampliamente que ha dejado de significar algo", sostiene.
Lejos de perder la guerra lanzada por Nixon, carteles como el de Medellín y el del Cali, en Colombia, o el cartel de Guadalajara (luego llamado del Pacífico o de Sinaloa), el de Juárez, el de Tijuana o el del Golfo, en México, se convirtieron desde los años 80 en lucrativas organizaciones criminales que obtenían miles de millones de dólares en el mayor mercado de drogas del mundo.
"En algún momento se decía que El Chapo era el gran capo del mundo y del narcotráfico. Con la narrativa de la DEA, se daba a entender que era cuestión de detenerlo para que se acabar a el narcotráfico en México", señala Esquivel.
"Ya está detenido, sentenciado y no ha cambiado nada", apunta el periodista.
El consumo de drogas en EE.UU. lejos de detenerse se ha ido incrementando en las últimas décadas y los carteles de América Latina, Asia y otras partes del mundo han sido los principales proveedores.
Pandillas y carteles
En su investigación, Esquivel identifica a una serie de pandillas y clubes de motociclistas como las organizaciones criminales que venden las drogas en las calles de EE.UU. y que serían los "carteles gringos".
Algunos de ellos, según el periodista, son Arizona Mexican Mafia, Barrio Azteca, Border Brothers, Hells Angels, Latin Kings, Los Bandidos, Los Carnales, Los Hermanos Pistoleros Latinos, Los Mongols, Los Negros, Mexican Mafia, Mexikanemi, MS-13 o Mara Salvatrucha, New Mexican Syndicate, New Mexico Syndicate, Partido Revolucionario Mexicano, Raza Unida, Sinaloa Cowboys, Sureños, Texas Chicano Brotherhood, West Texas Tangos, West Texas Tangos, y Wet Back Power.
Según Esquivel, estas pandillas con miles de miembros no tienen un trato exclusivo con los carteles mexicanos o colombianos, sino que usan la lógica del "mejor postor" para hacerse con los cargamentos de droga en la frontera.
El grueso de la droga, según Mike Vigil, atraviesa los pasos fronterizos transportada por personas que entran legalmente a EE.UU. El enorme flujo de comercio con México hace imposible a las autoridades de revisar todos los cargamentos que pasan por ahí.

Estos grupos han tenido presencia en todo EE.UU. durante décadas. Debido a la extensión del país y a lo pobladas que están las principales ciudades estadounidenses, sus "territorios" están mucho muy fragmentados que las grandes extensiones que manejan los carteles de América Latina.
El Departamento de Justicia también identifica a una decena de estas bandas como "traficantes de drogas" y una "seria amenaza nacional", pero no las considera carteles.
BBC Mundo solicitó comentarios sobre este asunto al Departamento de Justicia de EE.UU. y a la DEA, pero no obtuvo respuesta.
Según Esquivel, su estructura es diferente a la de los carteles latinoamericanos: pueden tener la membresía típica de una pandilla o club de motociclistas y funcionan como células locales bajo un líder (muchas veces llamado "presidente"), un sublíder (vicepresidente) y otros cargos de rango menor. De ahí el grueso son miles de distribuidores y vendedores callejeros.
"Aunque pueden trabajar o pertenecer al mismo grupo, no reciben órdenes del mismo presidente", explica Esquivel, quien revisó miles de documentos de investigaciones de la DEA y juicios criminales contra miembros de estas pandillas y clubes.
"Esto las hace más sofisticadas que las organizaciones criminales de México. Los Hells Angels, por ejemplo, en cada estado pueden tener hasta 20 jefes, porque no dominan territorios como en México; dominan calles, cuadras, donde se da el trasiego de drogas en EE.UU.", añade.

El periodista explica que no le tienen "lealtad" a ningún cartel de México, Colombia u otro país, sino que pactan el envío a las fronteras de cargamentos de drogas y a partir de ahí se encargan de la logística de transportarla, distribuirla y venderla para después repartir las ganancias y pagar a los carteles a través del lavado de dinero en el sistema financiero de EE.UU. y el transporte oculto de efectivo por la frontera sur de EE.UU.
A los carteles latinoamericanos esta venta con entregas en la frontera les resulta lucrativa y práctica al "arriesgar menos", según Esquivel.
"A los carteles mexicanos les interesa el dinero que pactaron y que se lo entreguen en el tiempo que les dan para distribuir la droga".
"Para los carteles estadounidenses es más fácil porque se encargan de poner el precio a su gusto; ya no están sujetos a un precio fijado por organizaciones criminales extranjeras", afirma.
Dudley también señala que desde hace años se dio este cambio de dinámica de los carteles latinoamericanos que hace entregas de drogas en la frontera de EE.UU. en lugar de hacer todo el proceso.
¿Quién es "El Chapo de EE.UU."?
En la historia criminal de EE.UU. del siglo XX hubo grandes capos, como Al Capone, John Gotti o Frank Costello, pero estos se dedicaron al control de sindicatos, las apuestas, la extorsión y el contrabando que no tenía como principal negocio las drogas.
Después de ellos no surgió un gran capo del narcotráfico, ¿por qué?
En buena medida, explican los entrevistados, debido a que los líderes criminales no les conviene tener notoriedad en un país donde hay una fuerte presencia de agencias y corporaciones policiales, así como duras sanciones que los despojarían fácilmente de sus ganancias.
Los expertos coinciden en que no existe "El Chapo de EE.UU.".
Pero Esquivel explica en su libro que eso no significa que no haya cabecillas ni un alto volumen de actividades de tráfico de drogas: "Fue el FBI el que nos entregó un reporte en el que manejaban que en Estados Unidos había unas 33.000 pandillas violentas y que tenían un aproximado de 1,4 millones de miembros".

En contra de lo que se pueda cree, sostiene Esquivel, "la mayoría de ellos son hombres blancos".
"Hasta el racismo existe en la denominación del narcotráfico en Estados Unidos", señala.
El investigador asegura que en los anuncios de detenciones y acusaciones que publican el Departamento de Justicia de EE.UU. o la DEA, los sospechosos de origen latino son vinculados con carteles latinoamericanos, pero no los de origen anglosajón.
"Si revisaran los expedientes judiciales de los sentenciados y los detenidos, podrían descubrir para quiénes trabajan esas personas. Y ahí se puede ir hilando y descubrir las redes, que son muy grandes", asegura Esquivel.
¿Por qué no son "carteles"?
Para el exagente de la DEA Mike Vigil, las pandillas y clubes de motociclistas estadounidenses no pueden ser considerados como carteles porque no tienen el poder paramilitar ni ejercen la violencia y el control territorial como los mexicanos, colombianos o de otros países.
"Se les llama carteles (a los latinoamericanos) porque tienen una infraestructura enorme. El cartel de Sinaloa y otros usan ametralladoras de calibre .50 que tienen montadas en camiones, como si fueran vehículos de algún ejército del mundo. Tiene tentáculos en seis de los siete contendientes".
"Los miembros del Cartel Jalisco Nueva Generación se visten como militares, tienen chalecos antibalas, camuflaje, cascos de guerra. Andan con camiones que blindan de manera rústica, como si fueran tanques", hace notar el experto.

Al igual que Vigil, Steven Dudley, de Insight Crime, señala que las pandillas en EE.UU. no tienen capacidad trasnacional ni poder de corromper a autoridades como ocurre en América Latina: "Sus conexiones con las fuerzas del orden, así como con las élites políticas y económicas, son mínimas. Su capacidad para trastocar el orden democrático local es ínfima. Y no desafían el monopolio del poder del Estado".
"Lo que diferencia a los grupos mexicanos de los estadounidenses es el tamaño y la escala de sus ganancias, en relación con la economía local, así como su capacidad para desafiar al Estado", sostiene.
Pero Dudley considera que "ambos grupos [estadounidenses y extranjeros] ejercen un control coercitivo sobre los mercados minoristas".
"Ambos grupos son actores dominantes en muchos mercados importantes".
Los entrevistados coinciden también en que el combate al narcotráfico en EE.UU. es intensivo, lo que hace que el país tenga la tasa población carcelaria más alta del mundo entre los países desarrollados (550 prisioneros por cada 100.000 habitantes).
Para Esquivel, está claro que los carteles mexicanos y los de otros países ejercen una violencia y poder diferente a los grupos que trafican en EE.UU., pero sostiene que en este último país existe una extensa presencia de redes de trasiego y venta de droga.

En su investigación, el periodista recuerda que el exjefe interino de la DEA, Jack Riley, habló públicamente de la presencia de carteles estadounidenses en mayo 2016, cuando presentó en una audiencia ante el Congreso de EE.UU. la "Iniciativa de Carteles Domésticos" (ICD, Domestic Carteles Initiative).
El objetivo de la ICD era conseguir y enfocar recursos en el combate a las organizaciones del narcotráfico de EE.UU., aunque el proyecto quedó congelado en poco tiempo.
Esquivel cree que a los funcionarios de la DEA y de otras agencias gubernamentales no se les permite hablar de "carteles estadounidenses".
"No es que no estén actuando en contra de ellos, pero creo que les quitaría ese tono imperialista de querer imponer las reglas a nivel internacional en la lucha contra el trasiego de drogas", sostiene.
"Te das cuenta de que es el juego de la narrativa, de un doble sentido del gobierno de EE.UU… Si el presidente dijera 'nuestros carteles', les daría argumentos a otros países para decir 'Si tú estás admitiendo que tienes carteles, cómo me estás acusando a mí'".

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