Clases virtuales versus clases a distancia con apoyo tecnológico; Un abordaje neuro-conductual
Juan Diego Sánchez Sánchez [email protected] | Miércoles 15 abril, 2020
La actual situación pandémica sin duda afecta todos los niveles y áreas del diario vivir. La educación no es la excepción, pues hace semanas atrás, las clases, indiferentemente del grado o institución, entiéndase, primaria, secundaria, universidad, o bien instituciones públicas o privadas, se han visto forzadas a migrar a modalidades que en muchos de los casos son nuevas tanto para docentes como educandos.
Es con base a lo anterior que han surgido diferentes opciones para la impartición de las lecciones, no obstante parecen existir algunas discrepancias en la conceptualización de las modalidades en las que las clases pueden ser dictadas, pues no parece ser tan precisa la diferenciación en términos epistemológicos y metodológicos en relación a lo que una clase virtual refiere, versus lo que implicaría una lección dada a distancia con apoyo en medios tecnológicos. Surgiendo así la necesidad de una precisa definición de ambas modalidades.
Estos formatos o metodologías de impartición de lecciones conllevan en si mismas el uso y desarrollo de diferentes técnicas que permitan lograr el aprovechamiento máximo por parte del estudiante, esto en consideración directa, tanto de los contenidos a impartir, así como de la modalidad elegida. Ahora bien, es así que pueden definirse tres modalidades para la impartición de lecciones, siendo la primera la clase presencial, la segunda la clase a distancia con apoyo tecnológico y la tercera la clase virtual. Claramente pueden existir otras modalidades de corte híbrido o ecléctico, más sin embargo, son estas tres las abordadas acá.
Para la primera, entiéndase la presencial, se está básicamente ante una clase dada de forma física por el docente, ubicándose tanto el profesor como los estudiantes en el mismo lugar, y contando con un contacto personalizado docente – educando. Desde un enfoque neuro conductual el comportamiento del estudiante parece reaccionar más a los estímulos sensoriales y cognitivos, esto claro está, en consideración específica de la forma de aprendizaje de cada estudiante, pero en general puede señalarse que aspectos ligados al lóbulo parietal, específicamente al córtex motor, (región asociada a la gestión física en el ser humano), parecen ser más efectivos, así como las técnicas que pudiesen ligarse a la generación de confianza dada por la posibilidad del contacto con el docente, es decir una dopamina dada por la transmisión de conocimiento o bien por la adquisición del educando de este conocimiento, pero siempre en conjunto con el docente, donde este contacto y generación de confianza son ligados a un deseo (dopamina) y a una satisfacción (serotonina) dado por un elemento externo de peso, el cual es el docente. Sin duda acá el trabajo del profesor recae tanto en la mediación presencial, así como en la transmisión directa del conocimiento.
Para la segunda modalidad, es decir, la clase a distancia con apoyo tecnológico, debe entenderse que siempre sigue dándose un elemento sincrónico, es decir de contacto en tiempo real entre el profesor y el estudiante, más sin embargo este contacto no es de forma física o presencial, sino que es dado por la plataforma educativa que se utilice, y sumado a este elemento sincrónico, se tiene una carga de trabajo dada hacia el estudiante desde la plataforma tecnológica con un enfoque de entregables, la cual se desarrolla desde un abordaje asincrónico, en donde no se tiene contacto con el docente, más que para efectos de aclarar dudas, usualmente por foros o por correos electrónicos
Analizando lo anterior, no parece tener tanto peso la activación de lóbulo parietal en su córtex motor, sino más bien, acciones ligadas al lóbulo occipital (visión) y el lóbulo temporal (audio), parecieran ser las activaciones a las cuales el educando recurre, esto pues el enfoque pedagógico de la modalidad recae en parte en el docente, en otra en el estudiante, y en gran parte en la plataforma a utilizar, a lo cual debe señalarse que la incertidumbre y el temor que esto puede generar en el estudiante es mayor, ocasionado una activación de la hormona del cortisol (ligado en gran medida al estrés), lo cual puede incrementar a su vez los niveles de adrenalina y noradrenalina, generando mayor temor al uso de herramientas, en las cuales no precisamente se tiene un contacto humano para solventar dudas.
En esta modalidad sin duda el rol docente tiende a ser más de apoyo, pero sus participaciones sincrónicas se tornan muy relevantes, pues constituyen la herramienta generadora de la sensación de tranquilidad (ligada al neurotransmisor gaba), y que facilita la generación de actividad en la corteza prefrontal (razón) y no en el sistema límbico (emociones), pues permiten al estudiante generar certeza del trabajo solicitado, así como la correcta aclaración de dudas, aspectos que pueden minimizar el temor que este tipo de modalidades educativas suelen generar, en especial cuando son aplicadas por primera vez, lo cual sin duda, al ser una situación neuralmente desconocida, genera mecanismos defensa cognitivos y emocionales.
Finalmente se tiene la modalidad de la clase virtual, en la cual el enfoque y la carga de trabajo es dada en su gran mayoría hacia el estudiante, quien toma un rol prominente en la generación de sus procesos de aprendizaje, donde el docente únicamente cumple la función de ser un apoyo para la aclaración de dudas o bien alguna guía específica. En este tipo de lecciones, el enfoque es totalmente asincrónico, es decir no hay contacto en tiempo real con el docente, llegando al punto, que algunos casos, el estudiante solamente conoce al docente por los mismos medios tecnológicos utilizados para el desarrollo de la clase, ejemplo de esto, chats, correos, o bien vídeos, pero no en tiempo real. En este tipo de aproximación educativa lo primero que resalta es el hecho de que la carga de trabajo para el estudiante es mucho mayor, implicando la necesidad de realizar un mayor esfuerzo en términos de la lectura de los materiales, la indagación de fuentes de información, y sin duda el aspecto investigativo en el educando también toma un rol prominente, pues es el aprendiente quien debe auto gestionar su proceso de aprendizaje, debiendo destinar un tiempo mayor a la consecución de los objetivos educativos en esta modalidad.
Todo lo anterior, evidentemente, genera mayores niveles de cortisol en el estudiante, no solo por el hecho de tener que realizar esfuerzos mayores, sino por no tener de forma directa y presencial el apoyo del docente, el cual si bien es cierto, tampoco está presente en la segunda modalidad antes descrita, al menos sí lo está de forma sincrónica. De este punto puede señalarse que la activación en el sistema límbico (emocional) suele ser mayor en esta modalidad, donde la motivación propia del educando juega a su vez un papel de suma importancia, pero para efectos de que esta última se logre, debe recurrirse al uso de instrucciones sumamente claras y precisas, así como a procesos y tareas que sean alcanzables por parte del estudiante, pues debe recordarse que el circuito motivacional en esencia es un deseo (dopamina), una acción (adrenalina) y una satisfacción (serotonina), más sin embargo, de no alcanzarse ese deseo original, puede incluso generarse una depresión, por lo cual el estudiante debe sentir esa posibilidad real de alcanzar la tarea solicitada.
A todo esto puede concluirse, que indiferentemente de la modalidad utilizada, el papel como docente es el apoyo continuo, la generación de indicaciones claras en todo momento, la constante motivación y el asegurar al estudiante que puede sentirse seguro que al otro lado de la virtualidad, hay quien sinceramente desea ayudar y contribuir a su formación.
Dr. Juan Diego Sánchez Sánchez, Ph.D
Asesor empresarial, abogado, profesor e investigador