Cuidado con las deudas
| Martes 20 mayo, 2014
El cambio en la cultura del consumo, que necesitamos, debe darse de diversas formas y mediante la participación de varios actores. Porque varios han sido los que indujeron a esa situación a importantes grupos de la población
Cuidado con las deudas
En un hogar, al igual que en una institución o un país, las deudas mal manejadas pueden llevar a una seria crisis.
Esto puede ocurrirles a los costarricenses tanto en sus presupuestos domésticos como en el propio sistema financiero, si continúa lo que una nota de este medio ayer llamó un “mal silencioso” que aqueja a nuestra sociedad.
Si alguien solicita un crédito para emplear ese dinero en un consumo que no tiene como fin producir más y mejor, está administrando mal sus ingresos y esto no le proporcionará una mejor calidad de vida. Todo lo contrario.
Según la Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares 2013, del INEC, esto está sucediendo en Costa Rica, especialmente en las personas con menores ingresos.
Pero resulta que la gente que está viviendo de esta manera aumenta, ya no es solo el grupo de los más pobres, sino también muchos de los que están en el segundo nivel de pobreza. Es decir, que el problema se vuelve cada día más grande.
Los ingresos familiares se están usando mal y son muchos los hogares en donde se gasta más de lo que perciben.
Para continuar en esa situación, la gente acude al crédito, que se constituye en una trampa porque luego no pueden pagarlo y se incrementa con los intereses y la mora.
El dinero obtenido mediante esos créditos, en muchos casos se utiliza para adquirir objetos que no son prioritarios.
Todo esto indica que no tenemos la educación necesaria para hacer nuestros presupuestos definiendo muy bien prioridades y ajustándonos a ellos para no adquirir deudas que luego serán inmanejables.
Este cambio en la cultura del consumo que necesitamos, debe darse de diversas formas y mediante la participación de varios actores. Porque varios han sido los que indujeron a esa situación a importantes grupos de la población.
Uno de esos agentes de cambio sin duda es la escuela, porque desde muy pequeños debemos aprender a vivir dentro de los presupuestos que tengamos.
Pero los padres y madres de familia deberían tomar rápidamente conciencia de lo urgente que es recuperar para sus hijos el conocimiento de lo importante que es vivir en el marco del presupuesto disponible y de adquirir el hábito de elaborar un buen listado de prioridades.
Cuando se adquiere esa cultura, se llega a la adolescencia y a la edad adulta con una mayor capacidad para utilizar bien los ingresos, sean estos pocos o muchos.
Esto garantiza una vida menos estresada y angustiada, y con mayor posibilidad de producir y generar bienestar y progreso.