Es que se trabaja para vivir
Eric Briones Briones [email protected] | Lunes 07 febrero, 2022
Eric Briones Briones
Doctor en Derecho Laboral
En 40 años de vida laboral, se ha sido testigo, de que algunas personas viven para trabajar y no trabajan para vivir. Prefirieren morir laborando, sacrificando su salud personal (nunca acuden a realizarse exámenes de salud, menos ir donde un doctor, pues, “no hay tiempo para eso, se debe sacar la tarea”) y bienestar familiar (la familia está creándose sola, “para eso soy quien proveo lo básico” y menos aun para compartir; ¿sino quien paga los gastos?).
Precisamente, para evitar eso, se creó la OIT, con el fin de unificar el derecho laboral mundial e ir dando las pautas, en las relaciones laborales, bajo el principio de progresividad de los derechos, conforme los tiempos fueran pasando y los paradigmas, por ende avanzando. El convenio no. 1 de dicho organismo internacional, con sede en Suiza/Ginebra, dentro de los mínimos que dejó previsto en el año 1919, en un contexto económico e industrial de hace más de un siglo, fueron jornadas laborales diarias de 8 horas, 8 horas de ocio y 8 para descansar y hasta ahora se mantienen incólumes, dentro delo ordenamiento jurídico del país.
Ahora bien, siendo que las tecnologías de la información y comunicación, han permitido al ser humano, producir alimentos y vestido, a velocidades inimaginables para aquella época, merced, también a la robótica, dentro del empleo, no es posible, que el ser humano, siga laborando, bajo el mismo esquema jurídico del siglo pasado. Por cuanto, se supone que la ciencia, debe ser utilizada, en beneficio de la humanidad y no -como pareciera que sucede hoy en día- de la desmesurada y obstinada, obsesión por el consumismo y el trabajo sin fin, para seguir consumiendo y volver a producir vehementemente, a costa de la misma salud. Eso no se vale, por cuanto se está socavando a la persona, producto de un engranaje económico inhumano y desaforado, sin contención y rumbo.
Ejemplo de esto, es que en el país, las jornadas dentro de sus cambios que se quieren realizar, no se han pensado, en disminuirlas, sino, en dejarlas igual, solo que acumuladas de manera voluntaria, para laborar 4 días, con 3 de descanso. Pero, por qué, no pensar, en dicha acumulación, pero con disminución de las jornadas (no dentro del concepto mínimo de las 8 horas diarias decimonónicas, sino menores; ¿aunque se deban apilar, para tener más días de descanso y de ocio?).
Resulta que Costa Rica, es el segundo país a nivel latinoamericano, en donde se pasa más horas en el trabajo (o como diríamos modernamente conectados/teletrabajando/bimodalidad laboral), solo superado por México. Es que hay ensayos, en donde más bien, se han acortado los tiempos de trabajo semanales (no así el salario) y han sido un “éxito abrumador”, como por ejemplo, ha sucedido en Islandia (https://es.gizmodo.com/la-mayor-prueba-hasta-la-fecha-de-una-semana-laboral-de-1847230249) y Japón con la empresa Microsoft (https://www.youtube.com/watch?v=vpPRpXAZYvE&t=10s), en pro de una mayor productividad.
En este mismo sentido y con afán de referir derecho comparado, recientemente el medio periodístico Vanguardia.com., anunció que si bien, en Colombia se acaba de aprobar la ley no. 2101 (vigente a partir del año 2026), rebajando las jornadas de 48 a 42 horas laborales semanales, la misma es sin disminución salarial y por tanto, sin afectación para las personas trabajadoras, siendo encausadas a “dar paso a una etapa en la que exista un equilibrio entre la vida profesional y personal”; por cuanto la sociedad ha comprendido, que: “Ha llegado el momento de tener más tiempo para disfrutar de la familia, para aprender un nuevo idioma, hacer ejercicio, meditar, estudiar, emprender y cumplir nuestros sueños” (https://www.vanguardia.com/colombia/trabajar-solo-cuatro-dias-y-descansar-tres-ya-es-un-hecho-en-colombia-AC4756222).
Entonces, como se puede referenciar, ejemplos, hay de sobra, con buenas experiencias y estilos de vida, como ciertos países nórdicos, en donde, maximizan en el ámbito laboral, el lagon sueco y el Hygge danés; es decir, complementando armoniosamente la satisfacción personal, familiar, junto con la laboral, en un trinomio de bienestar general poblacional. Es que, no cabe la menor duda, que el trabajo es importante, dignifica al ser humano y lo hace vivir más (hay estudios del médico escocés, Dr. Ewan Mc Donald, ocurre una degradación del ADN, acortamiento de los telómeros y deterioro general progresivo de la salud, cuando un individuo está sin trabajar o parado laboralmente), pero no debe ser el eje central de la vida, es decir, se debe encontrar una moderación, superando los tiempos de los predecesores y sacar provecho a las tecnologías, en pro de un sano equilibrio entre el desarrollo humano laboral, el personal y el familiar; y aquí es precisamente, la hoja de ruta en donde los programas políticos de gobierno, deben ir redireccionados, dentro de las futuras políticas públicas laborales de estado, tanto para el sector privado, como público.