Henry Rodríguez - La financiación compulsiva
La financiación compulsiva
En los últimos meses los ciudadanos hemos estado participando, de una u otra manera, en el tema de la Reforma Fiscal.
Para aportar elementos a la discusión, es necesario entender cómo funciona y se financia el Estado.
En un sistema económico mixto, las instituciones del Estado y las empresas privadas, operan bajo dos principios: el principio de la exclusión y el principio de compulsión. En el primero de ellos, las empresas privadas financian sus costos de producción y distribución y excluyen a las personas que no están dispuestas a pagar el precio de su producto o servicio (reglas del mercado); en cambio, el sector público (o por lo menos en gran parte de él) se rige por el principio de compulsión, donde bajo reglas explícitas y meditadas, se resuelve cómo se van a distribuir los bienes y servicios que produce u ofrece.
Las empresas se financian con los ingresos que reciben de sus operaciones, pero en las instituciones del Estado el caso es complejo, ya que se financian principalmente de impuestos. Estos se manejan bajo lo que se denomina sistema tributario, destinado a contraer el gasto privado para permitir el gasto público, definición que tiene poca discusión teórica, pero que generalmente tiene consecuencias.
El sistema tributario al contraer el gasto privado, afectará a las personas y producirá “daño”. Como afirman varios economistas, no tiene mucho sentido quejarse de un impuesto porque afectará, ya que es ese su propósito (carácter negativo intrínseco de los impuestos).
Nuestra sociedad al elegir tener sector público, debe pagarlo, no puede ser gratuito. La discusión es quién lo paga, en qué medida y sobre todo de qué forma. La teoría económica, nos ofrece dos bases para este análisis: la equidad y la eficiencia. Los principios de la equidad, intentan distribuir la carga tributaria de acuerdo a las nociones de justicia vigentes y los principios de eficiencia, intentan distribuir la carga de forma tal que el perjuicio al sector privado, sea el menor posible. El problema de todo Estado es cómo llevar a la práctica estos principios, donde los intereses y convicciones de los grupos participantes se conjuran y traen como resultado la prevalencia de algunos de ellos.
Rector de la Universidad Latina Costa Rica
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