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La abolición del ejército no es solo un hecho histórico, es un compromiso constante con la construcción de un legado pacífico para las generaciones venideras

Redacción La República [email protected] | Lunes 20 noviembre, 2023


Emilia Gazel


M.Sc. Emilia Gazel Leitón

Rectora

Universidad Fidélitas

En el horizonte geopolítico, donde las tensiones y conflictos a menudo dominan la narrativa internacional, Costa Rica destaca como un faro de paz desde 1948, cuando el presidente de la Junta Fundadora de la Segunda República, José Figueres Ferrer, dio un simbólico mazazo proclamando unidad, comprensión y colaboración, poniendo contundentemente un alto a la intimidación. Este 1 de diciembre es una fecha de celebración nacional, donde debemos reflexionar sobre los múltiples beneficios de no contar con fuerzas armadas y dirigir nuestros recursos hacia la educación y la sostenibilidad.

Desde entonces, Costa Rica ha demostrado que la verdadera fortaleza de una nación radica en su capacidad para prosperar por medio del diálogo y la colaboración, no mediante la coerción y la fuerza militar. La ausencia de un ejército no solo ha sido un acto de valentía histórica, sino un recordatorio constante de que el respeto y la diplomacia son las armas más poderosas en manos de una nación. Es la afirmación de que el futuro pertenece a aquellos que construyen puentes en lugar de muros, que buscan la paz en lugar de la guerra.

Así, mientras que en muchas partes del mundo se invierten billonarias sumas en defensa y preparación para conflictos y la consecuente pérdida de millones de vidas, Costa Rica ha dedicado sus esfuerzos a fomentar la paz interna y externa. Este compromiso nos ha convertido en un refugio para la estabilidad, donde la tranquilidad es parte integral de la identidad costarricense.

Quizás el logro más importante de la decisión de abolir el ejército radica en la asignación de recursos significativos hacia la educación. Los fondos que podrían haberse destinado a la maquinaria bélica se han invertido sabiamente en el desarrollo intelectual de las distintas generaciones y esto ha colocado a Costa Rica en una posición privilegiada.

No obstante, hoy tenemos un gran reto: darle un mazazo contundente y firme a lo que se ha denominado el apagón educativo. Lamentablemente, son varias las circunstancias que han puesto en caída libre a la educación en las escuelas y colegios desde 2018. Recordemos que la educación es el combustible que alimenta el motor hacia la profesionalización, y cuantos más profesionales tenga una nación, mayores serán sus posibilidades de alcanzar el desarrollo sostenible, la innovación constante y la resiliencia frente a los múltiples desafíos, estableciendo así las bases para una sociedad más próspera y equitativa.

El 1 de diciembre recordamos el mazazo al Cuartel Bellavista que convirtió nuestra nación en un ejemplo para sus vecinos y para el mundo entero. La ausencia de un ejército también ha permitido que Costa Rica canalice y enfoque sus recursos hacia la protección de la biodiversidad, la promoción de energías renovables y, en general, en la conservación del entorno que nos rodea, convirtiéndose en un líder mundial de la preservación.

Costa Rica ha trazado un camino extraordinario al rechazar el paradigma militar y abrazar la construcción de una sociedad basada en la educación, la paz y el desarrollo sostenible. Al conmemorar el gesto histórico de 1948, celebramos no solo el Día de la Abolición del Ejército, sino también un compromiso perpetuo con la construcción de un futuro positivo para las nuevas generaciones.







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