La cuestión política en Costa Rica. Historia (Cuarta entrega)
Alberto Salom Echeverría [email protected] | Martes 21 septiembre, 2021
Como de costumbre procedo a entregar una síntesis de las dinámicas y características del tercer subperiodo, valga precisarlo, el que transcurre entre 1982 y 1990.
Como quedó explicado en la anterior entrega, el subperiodo se caracteriza por un transitorio repunte de la “Coalición Dominante del PLN”, a una posición nuevamente de primacía, pero solo fue por un periodo de ocho años, después del cual vuelve a sucumbir frente al principal de sus opositores, el rebautizado “Partido Unidad Socialcristiana”, que originalmente habíase inscrito en el registro electoral como una “coalición”.
Sin embargo, el PLN reasume una posición dominante en el gobierno, pero habiendo experimentado una metamorfosis o transformación de contenido importante, la que intentaremos caracterizar y explicar, aun cuando mantuvo su forma en cuanto al nombre y otras improntas como el color de la bandera y hasta los estatutos del partido político en cuestión. Por esta razón, la metamorfosis acaecida es diferente a la transformación que experimentan biológicamente determinados animales, como la mariposa y otros insectos, crustáceos y anfibios, porque en estos se afecta tanto su apariencia (es decir su forma), de una manera importante, como sus funciones y modo de vida. De modo que esta metamorfosis significativa en su contenido, mas no en su forma, no es poco importante, porque no obstante haber constituido una ruptura con su pasado y trayectoria, en cuanto a algunas dinámicas y rasgos básicos, lejos de haberse producido un cisma en la organización política, repunta hasta el punto de haber logrado una nueva preeminencia en la conducción de los asuntos públicos por un lapso de 8 años más.
Desde su inicio, Liberación Nacional había conducido al país, como creemos haberlo dejado claro con anterioridad, a fijar la mirada en lo que se denominó también “desarrollo hacia adentro”, en contraposición a todo el largo periodo de “desarrollo hacia afuera”, prevaleciente hasta antes de 1948, sustentado en la producción cafetalera de capital nacional y después en la producción bananera, esencialmente de capital extranjero. Para hacerlo funcional, el modelo de “desarrollo hacia adentro”, debió ampararse en un férreo control de los aranceles por parte del Estado, mediante lo cual se le dio un trato preferencial a las “industrias de integración”, las cuales crecieron en el marco del Mercado Común Centroamericano, estableciendo una modalidad para ellas baja en aranceles, y constituyendo así, una especie de “fuero protector”, que les permitía competir con ventaja frente al capital proveniente del exterior.
Gran parte de la motivación que tuvo la nueva dirigencia liberacionista que controló los comandos del gobierno desde 1953, fue alcanzar una mayor independencia del gigante norteamericano de los EEUU. Pero, ya sabemos el resultado, el modelo de industrialización cautelada por el Estado, en lugar de propiciar dicha independencia, auspició lo contrario, una mayor sujeción y dependencia de la economía de los Estados Unidos. Lo mismo ocurrió desde luego en el resto de los países centroamericanos.
Desde mediados de la década de los años setenta del siglo pasado, no obstante, circunstanciales repuntes de la economía, se observó un agotamiento del modelo de “desarrollo hacia adentro”, con todo y su flamante “Estado empresario”. Los principales círculos de poder económico y político comenzaron a criticar el modelo en su conjunto, y no dudaron en pasarle la factura en primer lugar al Partido Liberación Nacional.
Economistas y otros intelectuales ligados a ambos bloques, que buscaban una liberalización y desregulación profunda del mercado, comenzaron a externar sus críticas al “Modelo de Desarrollo hacia Adentro”, agudizando las contradicciones entre el núcleo conductor de lo que hemos llamado la “Coalición Dominante asociada al PLN” y los grupos económicos dominantes cuyos intereses estaban ligados al mercado exportador. También se resquebrajó la alianza entre la mediana burguesía y la pequeña burguesía que Liberación Nacional había agrupado desde el inicio del proceso, mayoritariamente a su alrededor; así lo demostró diáfanamente el intelectual universitario, sociólogo Dr. Jorge Rovira Más. (Cfr. Rovira Más, J. (1982) “Estado y política económica en Costa Rica, 1948-1970.” Ed. Porvenir. Costa Rica).
Por su parte, el economista Eduardo Lizano, de raíz liberacionista y quien fuera presidente del Banco Central entre 1984 y 1990, en los gobiernos de Luis Alberto Monge y Oscar Arias, así como posteriormente lo fue también durante la administración Rodríguez Echeverría 1998-2002, puntualiza el agotamiento del “Modelo de Desarrollo hacia Adentro” en un escrito editado en 1999. Dice el Dr. Lizano:
“A mediados de la década de los años 1970 el barco hacía agua…El aumento en el precio del café pospuso la crisis hasta el fin de la década, pero ya el destino estaba marcado. El modelo había engendrado los gérmenes de su propio estancamiento y el proceso de descomposición no se hizo esperar.” (Cfr. Lizano F, Eduardo. (1999) “Ajuste y Crecimiento en la Economía de Costa Rica: 1982-1994. Academia de Centroamérica, Costa Rica.) Enseguida señala dos elementos claves que ocasionaron la crisis del modelo: 1. El proteccionismo aduanero, tanto agrícola como industrial. 2. Una expansión exagerada del Estado, concebido por los defensores del modelo como piedra fundamental para el desarrollo hacia adentro. Y luego remata diciendo que el modelo dio lugar a otro basado en tres elementos: gremialismo, paternalismo y populismo (GPP). Unos renglones más abajo, termina diciendo: “El Estado dejó de ser un elemento coadyuvante del desarrollo y se transformó más bien en un obstáculo y una carlanca.” (Ibidem)
Aún cuando los dirigentes liberacionistas mantuvieron algunos de los ideales de su credo fundacional (el expresidente Monge, por ejemplo, impulsó durante su gobierno al cooperativismo), el cambio que asumieron fue dramático, porque implicó renunciar a la idea de que el Estado continuara siendo el gran motor de la economía y por lo consiguiente, estuvieron anuentes a desmontar el proteccionismo. En ambas administraciones, la de Monge Álvarez y la de Arias Sánchez, se negociaron sendos contratos con el Banco Mundial de ajuste estructural de la economía: el “ajuste estructural I” y el “ajuste estructural II” respectivamente. Por cierto, coincidentemente, si bien el tercer PAE fue negociado inicialmente en la administración Calderón Fournier 1990-1994; al final, se aprobó en su totalidad en la administración Figueres Olsen 1994-1998. Hay que hacer notar que, durante la campaña electoral, Figueres Olsen como candidato del PLN, se había opuesto radicalmente al PAE III tal como lo había negociado Calderón; en su lugar proponía lo que entonces llamó “un PAE a la tica”. Como queda explicado, al final sucumbió frente a la estrategia negociadora del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario, la cual consistía en lo que denominaron condicionalidad cruzada: nada se aprobaba con uno, mientras no se negociara con el otro de los organismos financieros internacionales. Figueres tuvo que contradecirse radicalmente, ya que echó marcha atrás en su inicial oposición de campaña electoral al PAE III.
Mientras tanto, los economistas críticos del modelo de desarrollo hacia adentro, y los políticos de la “Coalición Opositora”, resaltaban que los programas de ajuste estructural eran fundamentales para “liberalizar la economía”, y consecuentemente mejorar la posición competitiva del país en los mercados internacionales, aumentar las exportaciones y recuperar el terreno perdido a causa de la crisis de la economía capitalista en el ámbito internacional. (Cfr. Lizano, 1999. P. 13)
Las grandes diferencias de otrora entre ambos bloques de gobierno comenzaron a disiparse en lo concerniente a la política económica, al papel del Estado en la economía, al rol de los sindicatos y las organizaciones sociales. La crisis en Centroamérica se convirtió en el gran “desiderátum” o punto de desencuentro entre ambos bloques. La posibilidad de que se desatara una guerra generalizada en los países del Istmo, la eventualidad de una intervención de las tropas estadounidenses principalmente en Nicaragua, cuyo gobierno entre 1979 y 1990 estaba bajo control del sandinismo, o sea, el debate en torno a la paz en la región, fueron los principales puntos de discordia entre los candidatos Oscar Arias Sánchez y Rafel A. Calderón Fournier en la coyuntura de la campaña electoral que se llevó a cabo a finales de 1985 y principios de 1986. Por cierto, la posición de Arias en favor de una salida negociada al conflicto político y militar en Centroamérica, en contraposición a las tesis de Calderón Fournier, más afín a lo que pregonaba el entonces presidente Reagan de los EEUU, fue lo que le permitió al primero, repuntar en las encuestas de opinión y posteriormente ganar las elecciones de febrero de 1986. (Continuará)