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Viernes, 17 de enero de 2025



FORO DE LECTORES


Llegó la Hora de Botar ‘Esto’ a la Basura — Y Nada Más

Eduardo Sasso G. [email protected] | Jueves 16 enero, 2025


ES


Eduardo Sasso

Ingeniero industrial especializado en transformación social empresarial

Coordinador general de Costa Rica Sin Ruido

Las economías prósperas de vanguardia siguen eliminado la realidad (y el concepto) de ‘basura’ — y de esa forma continúan haciéndose millonarias

No es noticia que el Gran Área Metropolitana está flotando en desechos, dando gritos de auxilio al estar ahogándose en una nueva crisis de salud. De los ocho rellenos ‘sanitarios’ (como a veces se mal-llaman), uno ha dejado de operar y los demás están desbordándose al punto de colapso.

El Índice de Desempeño Ambiental de la Universidad de Yale (EPI) confirma la urgencia. En cuanto a mejores prácticas en el manejo de residuos, el EPI le otorga a Costa Rica el puesto número 94 entre 180 países. La calificación se debe a los altos niveles de residuos per cápita, al poco control sobre dichos residuos, y principalmente a la ínfima tasa de recuperación de los mismos. Esto nos ubica por debajo de naciones como Kenia, Irán, Arabia Saudita, y Ecuador.

Además de dejar la situación ‘a la libre’ en las manos invisibles (e incapaces) del mercado, hay muchas variables detrás de este escenario preocupante. Pero detrás de todas las causantes está la forma misma en la que concebimos este desafío. ¿Estará la raíz del problema en percibir un ‘botadero’ como un relleno ‘sanitario’ y a la basura como… ‘basura’?

En contraste, los proponentes de la biomímica y de la economía circular basada en principios rigurosos de ‘cuna-a-cuna’ (cradle-to-cradle) tienen ya algunas décadas de hacernos ver cómo tales conceptos nos traicionan.

Más bien, nos instan a reconocer como el mundo natural no conoce lo que es un ‘desecho’ (ni mucho menos lo que llamamos ‘basura’). En la naturaleza no existe la basura. Todo es parte de una red entrelazada por ciclos infinitos; lo que se descarta de un lado se convierte en un insumo en varios otros, sin ningún desperdicio de por medio. Y así siempre, por los siglos de los siglos.

De ahí que el manejo y aprovechamiento de ‘residuos’ y ‘co-productos’ en realidad representa una oportunidad económica para crear empresas locales, resilientes, y ambientalmente avanzadas. (Y, de paso, para mejorar la balanza de pago al reducir importaciones.)

¿UN ALTO AL RECICLAJE?

Albert Einstein recalcó que no podemos resolver un problema aplicando la misma lógica que nos llevó a caer en él. De forma que más rellenos sanitarios no son la solución. Tampoco lo es el reciclaje (por más importante y necesario que este sea dada la ausencia de un sistema alternativo con condiciones verdaderamente circulares). Y, de hecho, tampoco la llamada ‘eco-eficiencia’ marca la pauta a seguir (en donde reducir el uso de materiales para aumentar la productividad y disminuir la huella ecológica se nos ha presentado como un logro).

Por ejemplo, de poco sirve diseñar un botella de PET reciclado que requiera 30 por ciento menos polímeros, si esa ganancia en eficiencia se ve anulada por producir dos o tres botellas adicionales. En términos netos, la carga ambiental aumenta.

De igual manera, las fibras naturales del cartón reciclado pierden sus propriedades en cada ciclo, convertiéndose luego en cartulina, después en papel reciclado, y finalmente en papel higiénico. Por eso el ‘re-ciclaje’ debería llamarse, más bien, des-ciclaje: Tarde o temprano, los árboles talados terminan descartados en un inodoro. (En medio de todo, para que el modelo de des-ciclaje funcione, necesitamos que el ritmo en que se talan árboles sea más lento que el ritmo en el que se siembran.)

Por razones como estas es que los proponentes de modelos económicos genuinamente circulares y de vanguardia nos llaman —no a la eco-eficiencia— sino a la eco-efectividad.

LA ECO-EFECTIVIDAD: EL CAMINO HACIA ADELANTE

Aquí llama la atención el upcycling de la empresa nacional Madera Plastica - Bosque Plastico. Esta compañía recolecta botellas y empaques plásticos de un sólo uso para triturarlos, derretirlos y luego convertirlos en productos de durabilidad superior (en este caso, tablas de madera plástica para bancas, gradas, centros de recreo para niños, y pisos de terrazas).

Una de las ventajas evidentes del upcycling es darle un mejor uso a materiales que de lo contrario terminarían en un relleno anti-sanitario, o en los ríos y los mares. (Además, las tablas de madera plástica pueden, en principio, ser recicladas indefinidamente sin perder sus propiedades.)

A su vez, una de las limitantes principales de esta modalidad es la dependencia continua de los derivados del petróleo para abastecerse de envoltorios ‘vírgenes’ y de botellas plásticas (las cuales no siempre incorporan materiales enteramente reciclados).

Además, todo este ‘re-proceso hacia arriba’ requiere energía, químicos para la purificación de los plásticos, y da por sentado el modelo extractivista de crecimiento ilimitado que prevalece hoy. Petróleo, petróleo, y más petróleo.

URGE REDISEÑAR EL SISTEMA COMO UN TODO

Para sanar la crisis de residuos, es indispensable entonces resideñar la totalidad del sistema como tal. Entre otras medidas, eso requiere aplicar una jerarquía eco-efectiva de ‘zero desechos’ todavía más robusta en donde upcycling y el reciclaje sean las penúltimas opciones, no las primeras ni las segundas. Esto así para alivianar de forma radical la carga sobre los vertederos municipales, pero también para decirle un “no” rotundo a la extracción de petróleo ad infinitum (y al uso de agua, energía, y químicos detergentes).

Esta transición requeriría también que los envoltorios de un solo uso estén conformados de polímeros biodegradables y compostables, provenientes de desechos de cultivos orgánicos (almidón, caña de azucar, maíz, cáñamo). (La bioeconomía y la ‘biofabricación’ son fronteras prometedoras por explorar en Costa Rica, así como lo es la remunicipalización de empresas enfocadas en bienes de primera necesidad.)

Pero todavía más importante serían los incentivos y políticas públicas robustas para impulsar modalidades de compras al granel y así evitar empaques y envoltorios de buenas a primeras. Dichos incentivos impulsarían empresas como Mega Vrac en la ciudad de Montreal, enfocadas en vender alimentos al granel en contenedores de uso prolongado (vidrio, plásticos resistentes no-descartables, bambú).

Dicho todo esto, para un planeta limpio necesitamos mentes limpias también. De ahí que lo que verdaderamente requiere esta crisis sanitaria es que botemos a la basura… el ‘botar a la basura’, de una vez por todas, y que reconozcamos, más bien, a los desprestigiados residuos como minas de oro esenciales para una economía local, más autosuficiente, y verdaderamente circular.








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