Nuestra Isla del Coco
Alberto Salom Echeverría [email protected] | Martes 06 julio, 2021
Sin saber prácticamente nada sobre la Isla, nuestros antepasados imaginaron que allí había quedado escondido un “tesoro”, dejado por algunos de los exploradores originarios de los océanos, quienes habrían supuesto que el mismo se cuidaría solo, dada la distancia de la Isla del Coco respecto de cualquier punto en tierra firme habitada en el continente.
Sea leyenda o realidad, parece que algunos codiciosos del oro lo han buscado con ansias; la verdad es que nunca nadie encontró nada siquiera remotamente similar a la extraordinaria riqueza en flora y fauna que exuberantemente ha pervivido en la Isla por millones de años.
La Isla del Coco queda a una distancia de 532 kilómetros de Puntarenas, en Costa Rica. Es el único pico de tierra que sobresale en la superficie del mar de toda una cordillera volcánica sumergida en las profundidades oceánicas y que está enlazada con la plataforma continental de nuestro país, cerca de Golfito. La Isla mide solamente 23.52 kilómetros cuadrados, pero en virtud de su abundante riqueza, Marina Cocos fue declarada una de las once áreas de conservación de Costa Rica. En 1997 se convirtió en Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, tanto por su belleza, cuanto por su riqueza biológica. En 1998 fue declarada “Humedal de Importancia Internacional bajo la Convención Internacional Ramsar.” Ulteriormente en 2002, el gobierno de Costa Rica la decretó Patrimonio Histórico Arquitectónico. (Cfr. Sinabi.go.cr).
En este pequeño pero significativo territorio, habitan por lo menos 1688 especies marinas, 45 de ellas son endémicas; lo que equivale a decir que solamente existen en esta isla en todo el mundo. En todo nuestro territorio, representan más o menos el 50% del total del endemismo marino existente. (https://www.cocosisland.org). Por otra parte, se han identificado unas 235 especies de plantas, 70 son endémicas de la zona; 362 insectos, 64 de ellos endémicos; 150 aves, 4 endémicas; 57 crustáceos, 118 moluscos marinos; más de 250 especies de peces y 18 corales. En suma, el índice de biodiversidad de la Isla es hasta 15 veces más alto que los obtenidos en el continente. (Ibidem).
Especialistas en biología han explicado que todas las medidas para proteger la Isla del Coco tomadas por Costa Rica, una de las principales, el cierre drástico de la pesca ha surtido efectos muy importantes. Se observa -nos dice el biólogo Juan José Alvarado- “…que la biomasa de tiburones comienza a aumentar y eso lo que hace es tener un control de arriba hacia abajo; es decir -postula el académico- tengo depredadores y no hay sobrepoblación de otros organismos (…) Tener una estructura de peces tan saludable -afirma en adición- ha ayudado a que el arrecife también se mantenga saludable, y a que se recupere muy rápido o tenga una fuerte resiliencia a fenómenos como El Niño.” (Alvarado, Juan J. et.al. “Isla del Coco: Laboratorio Viviente de la Biodiversidad”. Simposio, 23 de febrero, 2018. UCR.CR.)
Estimo importante dar a conocer que, aparte de la protección de la Isla a la que está obligado el gobierno de Costa Rica, y el serio aporte de los científicos biólogos de las universidades públicas costarricenses, existe una Fundación de Amigos de la Isla del Coco (FAICO), que con abnegación y sin fines de lucro se convirtió en líder en la recaudación y gestión de recursos para la protección y conservación del Parque Nacional Isla del Coco (PANIC), mediante un Convenio Oficial de Cooperación con el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), y el Área de Conservación Marina Isla del Coco (ACMIC).
Quizás entre todos estos hallazgos que nos ha procurado la investigación científica, lo más importante sea que Costa Rica hoy, gracias a los derechos del mar, y derivado de la estratégica ubicación de la Isla del Coco en El Océano Pacífico, tiene un territorio que se subdivide de la siguiente manera:
1- Zona Económica Especial en El Océano Pacífico: 530.903.60 Km2.
2- Aguas Interiores (entre la línea de base y la línea de costa en el Océano Pacífico). 12.897.71
3- Superficie insular 94.29
4- Superficie Continental 51.079.25
5- Espacio Total 594.974.85
(Fuente: Instituto Geográfico Nacional, oficio DIG-GEO-002-2020, DEL 12 DE FEBRERO, 2020).
Lo anteriormente consignado significa que el 91.4% del territorio corresponde a superficie marina y solamente el 8.6% a superficie terrestre. Hay que establecer una nota, para afirmar que: en el mar Caribe no existe todavía una Zona Económica Especial definitiva ya que, según los más recientes fallos de la Corte Interamericana de Justicia (CIJ), en el año 2012, por el litigio marítimo entre Nicaragua y Colombia, y en el 2018, entre Costa Rica y Nicaragua, los mismos dejan sin efecto el límite establecido entre Costa Rica y Colombia de 1977. Por tanto, para cerrar los límites de la ZEE en el Caribe, es necesario entrar en una nueva negociación con la República de Panamá. (Cfr. Ceniga.go.cr).
Por ende, se desprende de los datos que ya no podemos continuar haciendo caso omiso de la superficie que por derecho poseemos en los mares, por los importantes beneficios que de ello se derivan. Consecuentemente, reiteramos el enorme valor que representa para nuestro presente y futuro, que la Isla del Coco pertenezca a Costa Rica. Constituye más bien todo un desafío.
No obstante, como lo expresamos en el artículo tras anterior, el país entero debe comenzar a cambiar de mentalidad en cuanto a su estilo de convivencia y concepción del desarrollo socioeconómico. Es evidente que no podemos seguir pretendiendo avanzar de espaldas al mar, como lo hemos intentado hasta ahora, dejando botada a la población que habita cerca de los océanos; mantenemos una rotunda negación respecto de los recursos con los que cuenta el país en nuestra Zona Económica Especial o mar patrimonial, y por añadidura carecemos también de una real apertura mental y de corazón en cuanto a adoptar un nuevo modelo y estilo de desarrollo basado en la autosostenibilidad y la sustentabilidad con la vida, el Planeta y los ecosistemas.
Mientras no logremos cambiar nuestra mentalidad, si no somos capaces de desembarazarnos de nuestras lacras y actitudes egoístas, patriarcales, “valle centralistas”; en tanto no visualicemos una nueva gobernanza que ponga en el centro una real participación de toda la ciudadanía en las tareas del desarrollo, con verdadera solidaridad social, sentido de justicia y combatiendo fuertemente la corrupción que nos carcome, la bella Isla del Coco y todos los posibles beneficios que podemos obtener por haber visto ampliado nuestro territorio más de diez veces con la adquisición de los derechos que nos concede poseer la Zona Económica Especial, quedarán convertidos en nada.
En definitiva, si no afrontamos el futuro con una nueva mentalidad, seguiremos caminando como si todas las oportunidades que hemos descrito no existieran. Aún más, retrocederemos como el cangrejo, si persistimos asidos, amarrados a la dependencia de los combustibles fósiles y demás contaminantes del clima y del ambiente. Estamos pues ante una oportunidad de oro; pero, reitero ahora y no me cansaré de decirlo, solo si cambiamos para bien, con una auténtica visión de futuro. El país entero debe tomar una gran decisión e ir de frente y con nuevo optimismo ante los desafíos que se nos han presentado.