Nuestra responsabilidad con la basura
Alexandra Kissling [email protected] | Martes 21 mayo, 2024
Alexandra Kissling J.
Presidenta de la Alianza Empresarial para el Desarrollo (AED)
En Costa Rica cada persona produce, en promedio, 0.8 kilos de basura al día; esto equivale aproximadamente a 4000 toneladas diarias, que es equivalente a 300 autobuses.
La mayoría pensamos que nuestra responsabilidad termina con desechar el residuo, sin considerar todo lo que ocurrió antes de que “eso” se convirtiera en residuo, y además, para muchos otros poco importa si, tras desecharlos, terminan contaminando fuentes de agua, con efectos en la salud humana y animal. Simplemente, en el mejor de los casos, la embolsamos y sacamos y no volvemos a pensar en ella, y así lo repetimos diariamente: compre, use, bote, saque.
Este compre, use bote, saque ha llevado a que los 8 rellenos sanitarios del país estén con cierre técnico porque agotaron su vida útil, según el Ministerio de Salud.
Luego de la pandemia, aumentó de forma considerable la generación de residuos ordinarios, y eso es porque la generación de basura se mueve con nosotros, es de nuestra autoría, de nuestras acciones individuales y empresariales. Así como somos responsables de producirla, somos responsables de contenerla.
Generar basura no es nuestro único problema. Producir también conlleva una responsabilidad ambiental pues el 45% de la energía global que se produce se utiliza para producir y buena parte de esos bienes terminan como desechos. ¿Necesitamos todo lo que compramos? ¿Hay otras formas de tener las cosas que necesitamos para vivir, que implique usar menos energía y producir menos desperdicio? ¿Podemos extender la vida útil de las cosas que usamos antes de desecharlas?
Seguir pensando en cómo resolver el problema de la basura sin atacarlo desde la raíz, desde la generación y consumo de bienes y servicios, es insuficiente. El Objetivo de Desarrollo Sostenible número 12 se refiere a la Producción y Consumo Responsable. Ahí es donde más podemos y debemos trabajar.
¿Cómo?
Promoviendo una producción responsable en las empresas, lo cual implica cambiar la forma en que se produce. Por ejemplo: ¿Las cosas deben venir en empaques plásticos o puede haber envolturas y recipientes biodegradables? ¿Qué cosas realmente necesitan empaques? ¿Se pueden hacer los empaques más pequeños? ¿Podemos mejorar las maneras de incentivar a los compradores de nuestros productos a que dispongan de los empaques de la manera correcta? ¿Cómo ofrecemos y aseguramos largas vidas útiles de nuestros productos? ¿Cómo recompensamos al cliente que cuida su producto, al que repara su producto?
Además, debemos asumir una responsabilidad extendida a todo el ciclo del producto y no solo a cuando se vende.
Como empresas en un país amigable con el ambiente y enrumbado sobre el desarrollo sostenible el consumo responsable es el camino; como ciudadanos también. Es decir, analicemos: ¿realmente necesitamos eso que estamos viendo en la tienda? Si, realmente lo necesitamos, comprometámonos a darle el mejor y más largo uso, y al llegar a su fin ese uso, dispongamos del artículo de la mejor manera posible. ¿Se recicla? ¿Se lleva a una tienda de segunda? ¿Se dona? ¿Con la creatividad de un ebanista lo convertimos en otra cosa? Acordémonos: el mejor residuo es el que se evita.
La meta es clara: promovamos empresas responsables, negocios sociales con un alineamiento integral con el ambiente y con las necesidades humanas. Rutas para llegar hay muchas.
En la Alianza Empresarial para el Desarrollo (AED) podemos acompañar a las empresas costarricenses a definir esas rutas. Sabemos, por diversos estudios, que el tema de residuos es uno de los que más preocupa a las empresas. Un oportuno asesoramiento puede convertir un problema en una oportunidad de ahorro, de mejor relacionamiento con sus partes interesadas, y de un impacto positivo y responsable con el país.
No es dejar de producir, es producir diferente. No es dejar de consumir lo que necesitamos, es consumir diferente, y tener claro que el mejor residuo es el que se evita.
La economía circular tiene tres principios: alargar la vida de los materiales en su máximo valor, eliminar los productos tóxicos desde el diseño y proteger la biodiversidad permitiendo la regeneración.
Estas preguntas esenciales deben estar en nuestra responsabilidad ambiental individual, familiar, comunal y empresarial.