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Paz Sonora: La clave para hacernos millonarios en Costa Rica

Eduardo Sasso G. [email protected] | Miércoles 14 agosto, 2024


Sin ruido Pura vida


Eduardo Sasso

Ingeniero industrial especializado en transformación social empresarial

Coordinador general de Costa Rica Sin Ruido

Los entornos sonoros con más sonidos positivos y libres de ruidos negativos —lo que podríamos llamar ‘paz sonora’— son un tesoro multimillonario que continúa por descubrirse en Costa Rica. Este cofre inédito incluye oro, diamantes, y joyas preciosas como las siguientes: menos impuestos, más ahorros, más salud, más productividad, más descanso, más bienestar, y más riqueza.

¿Cuáles son los beneficios para el bienestar y para la billetera de vivir con más paz sonora? ¿Cómo encontrar ese tesoro escondido en Costa Rica?

Este artículo resume lo siguiente:

• El alto costo del ruido sobre la economía

• Cinco beneficios de entornos libres de ruido

• Qué hacer en Costa Rica para aprovechar este tesoro

El Alto Costo Económico del Ruido

Podemos dudar que el ruido sea un problema grave o que existan beneficios de vivir con más silencio y con más entornos de sonidos positivos. Pero una mirada a investigaciones económicas y científicas recientes demuestra que entornos con sonidos positivos no un capricho iluso, sino más bien, un tesoro inexplorado. ¿Qué dice la data disponible más allá de las preferencias?

En un estudio de ruido en Europa, la Agencia Ambiental Europea (AAE) concluye que la contaminación acústica tiene un impacto negativo en la productividad laboral a través de una combinación de distracción, fatiga e interrupción de la comunicación.

De ahí que la AAE calcula que esta pérdida de eficiencia en el trabajo asciende aproximadamente a 2.500 millones de dólares estadounidenses al año. (Con ese monto, podrían construirse 18 estadios como el Estadio Nacional, el cual según Wikipedia costó alrededor de US$110 millones en el 2009.)

Otro análisis económico del Departamento de Ambiente, Alimentos, y Asuntos Rurales del Reino Unido estima que tan solo el coste social anual del ruido de las carreteras urbanas en Inglaterra es de entre 9.000 y 15.500 millones de dólares estadounidenses. (Tal coste promedio equivale a 111 estadios nacionales construidos anualmente.)

Esto lo sitúa en una magnitud similar a las pérdidas económicas asociadas a los accidentes de tráfico (US$11.500 millones) y significativamente mayor que el impacto sobre el cambio climático (US$1.200 a 5.000 millones).

Por su parte, un estudio similar de la misma institución (p. 9), utilizando las directrices del Departamento de Salud del Reino Unido sobre la valoración de los años de vida, sitúa el costo social del ruido ambiental de entre US$77.500 y 125.000 millones al año. Dentro de los efectos negativos, la perturbación del sueño fue la que tuvo el mayor impacto sobre la salud. (Con este ahorro en malos años de vida, se podrían construir 1.125 estadios como el nacional.)

Estudios como estos cuantifican y confirman lo que la Organización Mundial de la Salud viene señalando desde hace ya más de una década:

“Con supuestos conservadores aplicados a los métodos de cálculo, se estima que los años ajustados por discapacidad perdidos a causa del ruido ambiental son de: 61.000 años por cardiopatía isquémica; 45.000 años por deterioro cognitivo de los niños; 903.000 años por interrupciones de sueño; 22.000 años por tinnitus; 587.000 años por molestia. Estos resultados indican que cada año se pierden al menos 1.000.000 de años de vida saludable a causa de ruidos relacionados al tráfico [y eso contemplando nada más la región de Europa occidental].”

En dos platos: apostarle a la paz sonora protegiendo entornos con sonidos positivos implica, por un lado, un ahorro sustancial de costos y gastos públicos en salud; por el otro, el vivir libre de ruido impulsa la productividad a nivel educativo, empresarial, y nacional. La paz en los oídos trae prosperidad a los bolsillos.

Cinco Beneficios de Apostarle a la Paz Sonora

En concreto, recuperar más silencio y más sonidos positivos de la naturaleza en nuestros barrios y ciudades conlleva al menos cinco beneficios para el bienestar de la economía y las empresas.

1) Incrementan la productividad del talento humano. Las oficinas centrales de Google, por ejemplo, cuenten con ‘cuartos de silencio’ donde colaboradores tienen vista al agua e inclusive pueden recibir un masaje para relajarse. La experiencia de cualquiera y numerosos estudios científicos continúan demostrando que los ambientes silenciosos fomentan la concentración y las buenas decisiones nacionales y empresariales.

2) Aumentan la plusvalía de propiedades. Según la revista inmobiliaria Realtor, propiedades sin ruido del tráfico conservan su valor entre un 10-13% por encima de las propiedades afectadas por el ruido de muflas y motores. Esto repercute positivamente en la recaudación de fondos municipales, los cuales a su vez pueden ser destinados a mejorar todavía más barrios y ciudades.

3) Fomentan el turismo local e internacional. Lugares con más sonidos positivos y sonidos naturales reactivan la creación de terrazas y atraen a más personas a restaurantes y centros de ecoturismo en general, en lugar de espantarlos. (Nadie visita Costa Rica para oír bulla.)

4) Reducen el gasto público en atender enfermedades ligadas a la falta de sueño. Necesitamos entornos con 40 decibeles o menos al dormir para evitar depresión, irritabilidad, y enfermedades neurodegenerativas en general. De ahí que la revista estadounidense Psychology Today concluye que apropiarnos de la ciencia del buen dormir está entre lo más importante para mantenernos saludables: el sueño restaura; el sueño alivia; el sueño sana y regenera. Dormir bien es de las mejores medicinas preventivas.

5) Potencializan el desempeño laboral y educativo. Según un informe del National Center for Biotechonology Information, los contextos tranquilos nos hacen más inteligentes. “La investigación sugiere que la meditación modula las actividades cerebrales asociadas con el control cognitivo, con la regulación de emociones y la empatía, y conlleva a tomar mejores decisiones no-sociales y sociales.” Está de sobra decir que ninguna persona cansada ni aturdida rinde bien en sus estudios o en su trabajo.

* * * * *

En resumen, si efectivamente es cierto que la información suplanta mentiras, no está de más concluir lo siguiente respecto a la paz sonora:

• La bulla es una realidad obsoleta que nos roba dinero, salud, y bienestar;

• El ruido es un cáncer invisible que nos está empobreciendo y entorpeciendo;

• Los reglamentos y las leyes (anteriores y actuales) no han hecho mucho para liberarnos de las garras de esta pandemia invisibilizada en Costa Rica;

• La paz sonora y los paisajes sonoros positivos son puro oro invisible;

• Costa Rica podría enriquecerse resguardando y aprovechando esta fuente de riqueza hasta ahora inexplorada.

¿Qué Podemos Hacer para Aprovechar Este Tesoro?

En Costa Rica, los límites sonoros están regulados (en principio) por el Decreto Ejecutivo No. 44486-S. Éste establece que los niveles de ruido en zonas residenciales, por ejemplo, no deben de superar los 65 decibelios entre las 06:00 horas y las 20:00 horas. Antes y después de este horario los niveles máximos permitidos son de 40 decibeles (en teoría). 

En cuanto a transporte, los límites sonoros están establecidos en el Decreto Ejecutivo 38938-MOPT. Por su parte, este reglamento permite máximos en el rango de los 90-96 decibeles.

Estos máximos permitidos por el Ministerio de Salud y por el MOPT en Costa Rica resultan insuficientes al compararlos con lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Para citar uno de muchos ejemplos, los niveles de ruido de motocicletas o alrededor de un ferrocarril no deberían superar los 54 decibeles en el día ni los 44 decibeles en la noche. Sin embargo, en Costa Rica la pitoreta de los trenes del Incofer viola y excede estos límites por más de 40-50 decibeles. Lo mismo puede decirse de moto guadañas, del perifoneo, de los metabos, de los ladridos de perros abandonados o descuidados, o de las motocicletas sin silenciador.

Resulta indispensable modernizar y optimizar los reglamentos de control de ruido de manera sustancial y llevarlos a la altura de las mejores prácticas internacionales. Necesitamos también modernizar y mejorar la Ley General de Salud que fue aprobada ya hace más de 40 años y que en sus más de 25.000 palabras no tienen ninguna mención de ‘contaminación sonora’.

Además, estas medidas deben ir acompañadas de sensibilización y generación de conciencia. Las leyes, por sí solas, no cambian una sociedad. Se necesita también cultivar una cultura de paz sonora y de sonidos positivos. Requerimos un viraje de 180 grados en nuestra percepción y sentimientos hacia la bulla y hacia el silencio. La regulación puede corregir un comportamiento, pero un cambio de mentalidad puede transformar una cultura —y de esa forma aprovechar este tesoro inexplorado—. 

Inspiración del Pasado para el Presente…

La historia de Costa Rica está llena de transformaciones culturales que en su momento parecían idealistas o imposibles. Hace 100 años, por ejemplo, en el país las mujeres no tenían derecho al voto, se fumaba inclusive en los hospitales, existía un ejército, y no había parques nacionales. Hoy ese pasado ha quedado sepultado. La visión de un mundo distinto, acompañada de esfuerzos a nivel legislativo, han hecho de Costa Rica un país diametralmente distinto a ese pasado. (Y la gente siguió frecuentando bares y restaurantes a pesar del miedo mal fundamentado de que la ley del no-fumado fuera a vaciarlos.)

Es hora de que esta transformación cultural se dé en torno a la bulla y al silencio. Es hora de aprovechar y resguardar esta fuente ignorada de riqueza abundante, para que los sonidos positivos dejen de ser la excepción y se conviertan, más bien, en la norma. Y para que —de esa forma— nos hagamos todos millonarios.







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