Peajes públicos: un desperdicio
| Miércoles 30 julio, 2014
Cálculos hechos por este medio demuestran que algunos peajes consumen más de lo que ingresan, aportando casi nada al mantenimiento vial, que es su razón de existir
Peajes públicos: un desperdicio
Se supone que el dinero pagado por los ciudadanos que por diferentes formas recauda el Estado, debería ser para brindarles eficientes servicios a un costo razonable. Esa es la misión de los gobiernos.
Pero resulta que esto no suele suceder así en muchas situaciones. Los gobiernos han realizado una deficiente gestión que perjudica al contribuyente aun cuando el daño no sea muy visible en ciertos casos. Este medio le ofreció ayer el análisis de uno concreto: los peajes en carretera.
Es muy probable que usted pierda hasta ¢100 mil cada año si es un usuario ejecutivo frecuente de algunos peajes. ¿Cómo?
Cálculos hechos por este medio demuestran que algunos peajes consumen más de lo que ingresan, aportando casi nada al mantenimiento vial, que es su razón de existir.
Este es un tema en el que LA REPÚBLICA ha venido insistiendo desde hace cerca de tres años, pero todo sigue igual.
El desperdicio en combustible y tiempo para el usuario es mucho y a cambio no recibe los beneficios que debiera.
Los cálculos y el análisis de lo que están significando los peajes deberían ser hechos por las instituciones a cargo para una correcta toma de decisiones al respecto. De eso se trata la buena gestión, que es el deber de cualquier gobierno.
Sin embargo, ninguna de las administraciones anteriores ha hecho algo para transformar el mecanismo raquítico actual en algo productivo.
Sería cuestión, por ejemplo —dice nuestra nota— de cobrar un monto realista, así como ampliar el área del peaje, y contar con más cabinas, varias de ellas habilitadas para el uso de las tarjetas electrónicas, nada de lo cual es caro de implementar.
De este modo, el usuario ahorraría tiempo y combustible, y el Estado podría recaudar lo suficiente para dar el adecuado mantenimiento a las carreteras.
Este es uno más de los problemas que debería resolver el actual gobierno, que ha recibido demasiadas herencias de este tipo. Pero existe la institución a cargo con sus funcionarios y sin duda lo que les ha faltado es una buena dirección y control de su trabajo y su rendimiento.
Para remediar asuntos como este, solo es necesario que cada entidad cumpla con su deber y voluntad política para así exigirlo.
Debería finalizar el modo de gestión basado en llevar a cabo un clientelismo político a costa de volver al Estado incapaz e ineficiente y pasar a formar una burocracia cuyo rendimiento se vea en el beneficio que reciban los contribuyentes que pagan sus salarios.