Senderista tico será la primera persona en muletas en subir el Chirripó dos veces

En un mundo donde las montañas desafían a aquellos que buscan conquistar sus cimas, Manuel Montero se ha destacado como un verdadero ejemplo de perseverancia y superación.

A sus 52 años, este intrépido costarricense se prepara para un segundo ascenso al imponente cerro Chirripó, reafirmando su compromiso de superar sus propios límites y dejar una huella inspiradora en todos nosotros.

El 2021 marcó un hito importante en la vida de Manuel. Fue el año en que finalmente logró cumplir su anhelo de subir al punto más alto de Costa Rica, el majestuoso Chirripó. Sin embargo, su camino hacia la cima estuvo lejos de ser sencillo. Durante 34 años, su sueño se vio aplazado por un accidente laboral que le arrebató la pierna derecha y que lo sumió en un profundo desafío emocional.

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Desde joven, Manuel albergaba la aspiración de conquistar la cumbre del Chirripó. Recordaba con nostalgia los momentos compartidos con su padre, escuchando por la radio las historias de las intrépidas carreras en las alturas del cerro.

Pero la vida tenía otros planes para él. Mientras trabajaba recolectando hijos de piña para una empresa exportadora, un infortunado incidente cambió el curso de su vida. Un chapulín, una varilla y un descosido en su overol dieron lugar a un giro inesperado y desafiante.

El trauma y la incertidumbre inicial no fueron obstáculos suficientes para detener a Manuel. Si bien el duelo y las preguntas atormentaron su mente en las etapas iniciales de su recuperación, fue su resiliencia y su convicción los que finalmente le permitieron aceptar su nueva realidad. "Esto pasó porque Dios lo quiso y hay que seguir luchando", reflexionó en medio de la adversidad. Su rápida adaptación a la situación marcó un punto de inflexión en su recuperación psicológica y un testimonio conmovedor de cómo la mentalidad puede moldear el destino.

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Acompañado por su esposa Ana Patricia Matamoros y un grupo de amigos apasionados por el senderismo, Manuel finalmente alcanzó la cumbre del Chirripó.

Su ascenso estuvo impregnado de emociones encontradas; lágrimas de incredulidad se mezclaron con lágrimas de alegría al darse cuenta de que había convertido un sueño en realidad.

Cada paso en el camino también sirvió como un recordatorio tangible de su proceso de superación y su capacidad de vencer las adversidades.

Pero Manuel no se detiene aquí. Su determinación continúa ardiendo con intensidad. Con hasta tres horas de entrenamiento diario, este vecino de la Zona Sur se está preparando para un segundo ascenso al Chirripó.

Esta vez, no solo busca repetir su hazaña anterior, sino superar su propio récord personal. Su ejemplo resuena como un llamado a nunca darse por vencido, sin importar los desafíos que se crucen en el camino.