Un contagio express
Futuris Consulting [email protected] | Martes 07 abril, 2020
Mariela Sáenz [email protected]
Especialista en salud ocupacional de Futuris Consulting
Mientras la mayoría de gobiernos y dirigentes políticos del mundo intenta proteger a su población del contagio del coronavirus, el ex piloto de Fórmula 1 y asesor del programa de jóvenes pilotos de Red Bull, Helmut Marko, propuso que esos pilotos se infectaran deliberadamente con el virus.
La idea de Marko consistía en organizar un campamento controlado, de manera que los muchachos superaran la enfermedad durante ese período y estuviesen inmunes cuando llegaran las carreras oficiales. Lógicamente los directivos de la compañía no aceptaron su propuesta. Así lo dio a conocer el diario español La Vanguardia, en una nota publicada el pasado 30 de marzo.
¿Qué empresa promovería que sus trabajadores se enfermen deliberadamente? Probablemente ninguna. En cualquier caso, muy pocas. Las empresas sostenibles, o simplemente aquellas que valoran su capital humano, intentan prevenir los accidentes y enfermedades en el trabajo a través de la protección y promoción de la salud física, mental y social de sus trabajadores. Y lo hacen, o deben hacerlo igualmente, en una situación como la actual.
La crisis producida por la pandemia del coronavirus ha hecho que las empresas deban minimizar el contagio mediante la adopción de nuevas formas de organización, como el teletrabajo. Algunas de esas empresas, especialmente aquellas que se dedican a la producción de alimentos y al suministro de equipo médico, han experimentado una alza en su producción debido a la amplia demanda de sus productos. Pero, ¿cómo se evita en este contexto que los trabajadores se enfermen por el contagio del coronavirus?
Evaluación de riesgo
Como podemos suponer, el trabajo no es la causa de las enfermedades de los trabajadores sino las malas condiciones de trabajo. La evaluación de riesgo es la herramienta que nos permite hacer un examen minucioso de aquello que puede ocasionar un daño. Además, nos permite saber qué tan efectivos somos controlando ese daño y qué más podemos hacer para evitarlo. A partir de esa evaluación de riesgo desarrollamos una estructura que nos permite mantener el trabajo de forma segura.
Organizaciones como The American Society of Safety Professionals (ASSP) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), o entes legales como Health, Security and Environment (HSE) y Occupational Safety and Health Administration (OSHA) han preparado artículos y guías para que los centros de trabajo se preparen ante el peligro del COVID-19.
OSHA, por ejemplo, elaboró una guía de evaluación de riesgos en la que clasifican cuatro grupos laborales a partir del riesgo, en categorías como muy alto, alto, medio y bajo. Esas categorías varían desde los profesionales que tienen contacto directo con las personas que son portadoras del virus hasta los trabajadores de empresas sin contacto con el público ni con otros compañeros.
Dentro del grupo de riesgo medio se incluyen los trabajos de las personas que ofrecen atención al público y aquellos ambientes laborales que suponen el contacto frecuente, a una distancia menor al metro ochenta de distancia. A ese grupo pertenece la mayoría de los servicios esenciales que deben estar abiertos en tiempos de cuarentena: agencias de gobierno, ventas de alimentos y productos médicos, distribución de mercancías y entregas a domicilio, así como las industrias que le proveen los suministros.
Denuncias y protestas
Sin embargo, no todas son medidas precisas y buenas noticias. Trabajadores de empresas multinacionales de procesamiento de carne como JBS y BRF protestaron durante la semana pasada porque no se ha considerado su protección. En respuesta a esa protesta, JBS aumentó la sanitización de sus operaciones e inició con la toma de temperatura a sus empleados; sin embargo, no ejecutan el distanciamiento social de un metro ochenta entre los puestos de trabajo porque esa medida implicaría una limitación en la producción.
Empleados de Amazon han manifestado recientemente que no cuentan con tiempo suficiente para lavarse las manos. Amazon anunció a inicios de abril la instauración de toma de temperatura al inicio de cada jornada, auditorías de salud y seguridad ocupacional y el suministro de equipo de protección personal.
Los vendedores de empresas como Wal-Mart o Kroger también han manifestado que se sienten desprotegidos. Esas empresas han indicado que mantienen los lineamientos establecidos por entes legales, como la sanitización de los puestos de trabajo, restricciones de acceso a áreas de ventas e incluyen un aumento en el pago por hora durante esta emergencia.
En todos estos casos, las medidas de control propuestas no se relacionan con controles de ingeniería que podrían minimizar el contacto sino que se basan en controles administrativos y comportamientos de los trabajadores, que evidentemente son menos efectivos debido a que dependen de las decisión de las personas y de su interés en utilizarlos.
Este tipo de control no es incorrecto pero, por tratarse de un control administrativo, debe ser diseñado y validado por profesionales en salud y seguridad. Por ejemplo el protocolo de control de temperatura al ingresar al trabajo, que es el tipo de control más utilizado por las empresas señaladas, no se reduce a la ubicación de una persona con un termómetro al lado de la puerta principal de la empresa.
Nuevos retos, nuevos controles
El control de temperatura debe estar ligado a un control médico que valore a cada trabajador, lo que implica el involucramiento de profesionales de la salud. Además, la empresa debe mantener un espacio físico para que los trabajadores sospechosos de tener la enfermedad esperen sin entrar en contracto con sus compañeros. Dicho espacio debe tener una rutina de limpieza y sanitización diferente del resto de la empresa, por lo que los trabajadores que realizan la limpieza de este sitio deberán llevar equipos de protección especiales, que hayan sido seleccionados considerando el peligro y los estándares normativos.
Por otra parte, los trabajadores de limpieza deberán saber como usar, mantener, almacenar y disponer dicho equipo de protección. Y por supuesto, el trabajador sospechoso de haberse contagiado con el virus deberá ser trasladado al centro médico de forma segura.
En otras palabras, no basta con seguir una guía desarrollada por un ente legal. Se debe garantizar que los protocolos y controles definidos por la evaluación de riesgo son apoyados con infraestructura, capacitación y vigilancia, de manera que se garantice su correcta implementación en cada empresa.
Hoy, más que nunca, la evaluación de riesgo debe ser una herramienta dinámica. De lo contrario implementaremos espejismos en lugar de controles eficientes y emularemos sin quererlo al asesor Helmut Marko, en su afán de enfrentar al coronavirus mediante la discutible estrategia de un contagio express.