Vender desde los valores
| Jueves 30 enero, 2014
Vender desde los valores
La venta implica que el equipo comercial aplique los valores corporativos como base de una relación a largo plazo con el cliente
“Ponerse en la piel del cliente”, “ponerse en sus zapatos”. ¿Cuántas veces lo hemos escuchado? No se trata de vender características sino de ofrecer soluciones que se ajusten a las necesidades de los clientes.
Todo el proceso de venta parte de conocer y segmentar a nuestros clientes. De este modo seremos capaces de crear productos o servicios que tengan mayor aceptación y éxito. De igual manera incrementaremos su fidelidad hacia nuestra marca.
Llevo años trabajando en ventas, formándome, leyendo, investigando, impartiendo formación sobre la materia. Si bien, tampoco es menos cierto que, cada vez que invito a mis alumnos a que enumeren las cualidades, las capacidades que consideran que definen a un excelente vendedor, entramos en otro territorio. Abandonamos por un momento la definición de la tarea, del proceso, de lo técnico y nos elevamos, sin que ellos se den cuenta a priori, a otra dimensión que es la que realmente determina por qué unos vendedores tienen éxito de forma consistente: construyendo sólidas relaciones a largo plazo y otros no. Nos elevamos a la dimensión de los valores.
En definitiva, ya no hablamos de una propuesta de valor, sino de la forma en la que un vendedor se aproxima a su trabajo y se comporta con los demás. Integridad, compromiso, responsabilidad, creatividad, perseverancia son, a título de ejemplo, algunos de los valores que deberían formar parte de la infraestructura básica de cualquier profesional del mundo comercial.
Como guía básica de actuación y de toma de decisiones en su día a día, en todo lo que hagan, se relacionen con quien se relacionen.
Estaremos de acuerdo en muchos de los estereotipos acerca de lo que hacen —y son— los vendedores: “venden humo”, “mienten más que hablan”, “solo dicen lo que quiero escuchar”… También compartiremos que no somos lo que pone en nuestra tarjeta de presentación, sino que somos lo que hacemos.
Si un vendedor no hace lo que dice que va a hacer; si promete más de lo que luego hace; si nunca se puede localizar cuando el cliente tiene un problema; si no se preocupa de las razones del cliente para comprar, sino solo de las suyas para vender; si intenta negociar siempre en un marco “gano-pierdes”, ¿en qué se convierte? ¿Y si fuera siempre al revés? ¿Cambiaría algo?
Por tanto, cualquier equipo de ventas necesita disponer de un marco de valores que constituya el ingrediente clave, la esencia que impregne cada acción orientada a conseguir sus objetivos de venta. Porque la principal responsabilidad de un vendedor sigue siendo y será siempre vender, pero no de cualquier manera, ni siquiera solo “haciendo las cosas bien”.
La alta dirección debe proveer, promover y defender con su ejemplo un conjunto de valores, concretos, con “nombre y apellidos” y consistentes en el tiempo.
José Manuel Luque
Experto en equipos comerciales
Cross&Grow
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