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El país en que Marx y Smith se suicidarían juntitos

Tomas Nassar [email protected] | Jueves 14 marzo, 2013


Un pacto basado en lo programático es imposible porque el ejercicio serio del poder jamás puede obviar el contenido ideológico de cualquier gestión gubernamental


VERICUETOS

El país en que Marx y Smith se suicidarían juntitos


Valdría la pena que algún confiable instituto de estudios económicos valorara el gasto infructuoso en que incurrió el Estado costarricense dándonos clases de doctrinas políticas y económicas.
En mis tiempos de estudiante, en los colegios y universidades se nos enseñaban los fundamentos de las teorías políticas que, en plena guerra fría, dominaban los bloques de poder en el planeta.
Esta instrucción exigía, por supuesto, muchas horas-profesor, cantidad de textos, antologías, lecturas, discusiones, investigaciones, amistades perdidas y hasta alguna que otra esporádica garroteada preelectoral en la avenida central.
Alguna noche un grupúsculo autoproclamado facción universitaria del Movimiento Costa Rica Libre se atrevió a sabotear, con un apagón, la asamblea de estudiantes de Derecho en que, previsiblemente, se elegiría un directorio de centro-izquierda.
Lástima horas interminables intentando pasar de la primera página de El Capital, asimilar las bases de la dialéctica marxista o permanecer despiertos con un termo de café repasando “Los conceptos elementales del materialismo histórico” de Marta Harnecker y otros inescrutables desafíos intelectuales. Lástima tiempo perdido intentando entender a Adam Smith y a Friedman.
Resulta que todo cuanto pudimos o intentamos aprender, se quedó en el universo de lo abstracto, de lo irrealizable, de lo que no es o no se puede comprobar.
A estas alturas la oposición costarricense se ha empeñado en demostrar que todo es mentira, que nada es verdad, que las ideologías ya no existen, ni existieron, ni tanto esfuerzo valió la pena porque al fin y al cabo: todos son iguales y en lo ideológico son hermaniticos que se ponen de acuerdo… y ya.
A esta desgraciada conclusión tendremos que arribar en esta Costa Rica imposible, destinada a desvariar hasta lo más profundo de sus entrañas intentando asimilar lo inentendible.
Con la constatación incuestionable del rotundo fracaso de la tristemente célebre “alianza por Costa Rica”, pretenden ahora llevarnos a la negación de las bases mismas del pensamiento político.
Que ya los rojos no son rojos, que la derecha no es como la pintan, y que los marxistas se pueden hacer libertarios y los liberales comunistas… que en fin, todo se vale cuando se trata de ganar las elecciones, a como sea, pasando por encima de lo que sea, renunciando a lo que haya que renunciar. El fin último de toda teoría económica en este país de chiste es negociable con tal de desbancar al PLN, objetivo último de toda praxis política de los líderes de la oposición. ¡Nos jodimos!
¿Cómo entender que un Presidente de la República militante del PAC pueda tener un Libertario de Ministro de Hacienda y que éste gire fondos al Ministro de Educación de la Alianza Patriótica para que reedite los textos escolares alrededor del culto bolivariano y la emulación de la revolución cubana? ¿Cómo que el Canciller comunista quiera romper con Chile y Colombia y llame “imperio del mal” a los Estados Unidos mientras su colega de Comercio Exterior del PUSC pretende crear más zonas francas y atraer inversionistas gringos? ¿Se imaginan qué clase de despelote ingobernable sería ese gobierno de chiste cruel?
Un pacto basado en lo programático es imposible porque el ejercicio serio del poder jamás puede obviar el contenido ideológico de cualquier gestión gubernamental.
¿Podrá entender la clase política por qué nos tienen tan desencantados?
Que Dios nos libre y guarde.
 

Tomás Nassar

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