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Petición de Navidad

Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 12 diciembre, 2012


Por el contrario, la demanda ciudadana permanente, la voz en cuello y los deseos de acceder a más y mejores condiciones de nuestros grupos referentes, son no solo propias de nuestra naturaleza humana sino además, saludables en la manifestación de una democracia viva


Hablando Claro

Petición de Navidad

Para ponerles un gota de humor a mis palabras, se me ocurrió pedirle al Niño (no a Santa) que le proveyera una nueva posada a la sede de gobierno; por aquello de que como mi sitio de trabajo y el del Poder Ejecutivo están en la misma calle de Zapote, cada vez encuentro más frecuentes las barandas jersey (plásticas media rotas y metálicas semi herrumbradas) así como los motorizados de tránsito y efectivos de Fuerza Pública, que sirven ahora de marco de referencia a nuestra Casa Presidencial y por lo tanto, es entendible, cada vez veo más enredado mi paso laboral.
Me reprendió entonces por mi egoísmo el colega Boris Ramírez diciendo que yo lo que debía era pedirle a la Providencia, no que cambiaran la sede del gobierno, sino que se acabaran (no dijo si para siempre o por tregua navideña) las protestas, que un día sí y otro también, llenan una vía donde se concentran por estos tiempos malestares varios, enojos y sinsabores ciudadanos. Debo confesar que me sentí un poco avergonzada por el jalón de orejas, hasta que el tercer amigo en la conversación, nos hizo ver que era más fácil que a mí se me cumpliera mi petición navideña, antes que a Boris se le hiciera el milagro al que aspiraba.

La protesta social no debe ser estigmatizada. Por el contrario, la demanda ciudadana permanente, la voz en cuello y los deseos de acceder a más y mejores condiciones de nuestros grupos referentes, son no solo propias de nuestra naturaleza humana sino además, saludables en la manifestación de una democracia viva. Por eso no se trata de que nos estorben el libre tránsito. Tampoco se trata de hacer leña del árbol caído por el simple gusto de echarle más carbón a la hoguera de la desaprobación pública de la actual administración. He visto en mis muchos años de periodista en ejercicio muchas manifestaciones en las calles y, por tanto, sé que las protestas solo dan verdadera tregua al inicio de cada gestión, mientras se acomoda el gobierno, sus autoridades y sus nuevas escobas. ¿Entonces realmente cuál es aquí la diferencia?
…Creo que lo que estoy tratando de masticar y digerir es esta sensación de insuficiencia, de vacío y de incapacidad que muestran nuestras autoridades para ejercer el liderazgo político al que están llamadas. Esa sensación de orfandad, de muy tardía reacción a veces, cuando no de inacción y ausencia completa de verbo y sustancia, que deviene de un desgaste anticipado y para todos lamentable de la gestión gubernamental. Es la idea de desolación y abandono que me empaña la alegría matutina de ver las montañas del oeste del Valle Central cuando voy para el trabajo y me topo de frente con aquella variación paisajística y de tránsito vehicular en la que, policías con rostros de tedio y cansancio por las prolongadas horas a la intemperie, no pueden ya sonreír para darle la bienvenida a su jornada laboral, porque solo deben estar ahí. Permanecer de pie cien metros antes y cien metros después de la entrada principal de una Casa Presidencial por donde ya nadie pasa y ya nadie entra.

Vilma Ibarra

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