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Todo lo malo, lo perverso, lo feo

Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 18 noviembre, 2013


Sé que la reforma electoral para que los ciudadanos votemos por individuos y no por listas de un partido sigue siendo muy lejana. Anhelo poder dar mi voto a personas


Todo lo malo, lo perverso, lo feo

Tengo dos hijas biológicas y muchas adoptivas: por intercambio, porque tengo alumnas, porque son amigas de mis hijas, porque son mis amiguitas jóvenes, porque sí… Las cuido a todas como si tuvieran mi ADN. Las protejo de cualquier depredador, las ayudo, las adopto… Trato de apartarlas de cualquiera que les pueda hacer daño. Abundan los abusadores. No quiero que ninguna se enfrente al dolor, a cualquier dolor, a ningún dolor…
No siempre está en mis manos defenderlas a priori. Casi nunca. Cuando me entero de que alguna de ellas ha sufrido un daño, el que sea, me enfermo. Y empiezo a sentir un deseo de venganza casi enfermo. No casi. Total e ilegal.
Como soy una fanática de las series de televisión policiales (de ficción o de la vida real) he aprendido muchísimo sobre crímenes “perfectos”. Casi ninguno lo es.
Trato de convencerme de que la venganza es un plato que se come frío y que el karma existe. Así espero que todos los que les hacen daño a mis múltiples retoños sufran en esta vida (porque no creo que haya otra) de todos los males posibles: que se les caigan todos los dientes; que les dé una parálisis facial; que se quiebren una pata en siete partes y no puedan caminar durante mucho tiempo; que les dé un infarto masivo y tengan que operarlos a corazón abierto temiendo por su vida; que pierdan una y otra vez sus casas; que no tengan trabajo, ni éxito, ni reconocimiento profesional; que pierdan el afecto de todos sus hijos; que todas las mujeres que pasen por sus vidas los desprecien; que simplemente crean que son felices cuando en realidad no tienen nada. No son nada.
Jorge Arguedas, candidato a diputado por el Frente Amplio, está cuestionado por su exesposa por una denuncia de violencia doméstica. Le vale madre que su propio partido le pida la renuncia. Se atreve a decir que “eso es lo que se da en cualquier casa, de cualquier costarricense y más ahora.”
¿Quién quiere que alguien así llegue a la Asamblea Legislativa? Y no lo juzgo por haber sido denunciado con o sin razón. Lo condeno por su actitud ante un cuestionamiento público. No le importan las consecuencias negativas para el partido. Responde a sus intereses personales: el podercillo, la curul, el salario. Lamentable. Deja muy mal parados a los sindicalistas.
¡Qué pena! Sé que la reforma electoral para que los ciudadanos votemos por individuos y no por listas de un partido sigue siendo muy lejana. Anhelo poder darle mi voto a personas. Sin lugar a dudas votaría por Patricia Mora; pero no voy a darle mi voto a Arguedas. No lo quiero en Cuesta de Moras. No quiero a ningún prepotente en ningún lugar de poder.
No acepto, bajo ninguna circunstancia, la violencia doméstica, aunque sea sicológica. Aborrezco la perversión de todo tipo. Castraría a todos los perversos, los voyeristas, los violadores, los abusadores.
A veces, casi siempre, debo controlar mis deseos de aniquilar a los que dañan a mis múltiples niñas. No creo en vidas futuras. Quiero que los depredadores sufran en esta. Y pasa. Por dicha.

Claudia Barrionuevo
[email protected]
 

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