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A pagar la fiesta

Luis Alejandro Álvarez [email protected] | Miércoles 06 junio, 2018


A pagar la fiesta

El déficit fiscal ha tenido una vorágine de crecimiento sin que se detenga desde el año 2007 hasta el presupuesto aprobado por la legislatura anterior.

Durante tres administraciones consecutivas no hubo contención efectiva y que motivara a los costarricenses a ver con buenos ojos un incremento de los impuestos, dado que la sensación que se tiene, es que los fondos se utilizarán para cubrir los costos de privilegios que tienen funcionarios, así como para cubrir gastos originados por pifias, aparentes malos desempeños de funcionarios, que nos cuestan millones de colones, viajes, inversiones fallidas, etc.

A pesar de ser un problema tan apremiante, y que se cierne sobre nuestras cabezas como una espada de Damocles, no fue uno de los temas imperantes de la campaña electoral 2017-2018.

El nivel de discusión que hubo sobre este tema en particular, fue escaso y no generó los grandes debates y choques de posiciones que pudieron haber enriquecido mucho las ideas sobre el cómo atender el tema.

Al incorporarse a la Administración que arranca parte del grupo económico que acompañó al Dr. Piza, da credibilidad.

El panorama no es halagüeño, y hoy se nos ha dejado al borde de un precipicio que podría significar una crisis similar a la que viviera el país durante finales de los años 70 e inicios de los 80.

Enfrentar una crisis como esa, tendría un costo social muy alto, golperaría fuertemente a los grupos de menos recursos, y vendría a inflar las cifras de las personas que viven bajo la línea de la pobreza.

No hay salida, más que ajustarnos todos, la administración, los beneficiados con pensiones que no tienen sustento y por las que nunca se cotizó, tributar mejor los impuestos que corresponden.

La Ministra de Hacienda, dando señales claras de que la voluntad de la Administración Alvarado Quesada es atender seriamente este problema, ha hecho una explicación ante el Plenario Legislativo de las medidas que se tomarán para reducir el déficit fiscal.

Nos dice la Ministra que la propuesta debe de enfocarse “en una reforma al empleo público, un rediseño institucional, un sistema tributario más progresivo y acorde con la realidad productiva del país, que le permita a Costa Rica continuar en la senda de crecimiento y desarrollo que ha marcado nuestra, ya casi, bicentenaria tradición democrática”.

Muchos podrán estar de acuerdo con todo lo propuesto, otros considerarán que lo anunciado no es suficiente, otros consideran que no es el sector público, los funcionarios, quienes deban ser sacrificados, tocando anualidades, pluses, aumentos, que distan mucho de lo que reciben los trabajadores del sector privado, y otros beneficios que se les han dado en las convenciones colectivas.

Lo cierto es que llegó la hora en la que tenemos que pagar la fiesta.

La situación es apremiante, perdimos los últimos cuatro años sin atender a fondo el problema, lo que nos puso en el estado vulnerable en el que nos encontramos ahora.

La transformación del Impuesto de Ventas por un IVA, es inevitable, y encarecerá el costo de la vida.

Queda en manos de los diputados, decidir lo conveniente o no de llegar a gravar la canasta básica, y es importante medir bien el impacto que vaya a tener en los sectores sociales de menor ingreso.

Ya no hay espacio para seguir con incrementos del gasto sin mesura, y debe demostrarse de parte del Estado que se gasta inteligentemente lo recaudado, y los ciudadanos deberán sentir que no se está echando agua en un canasto.

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