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COLUMNISTAS


A sangre fría

Arturo Jofré [email protected] | Viernes 11 junio, 2010



A sangre fría


Costa Rica está entrando a la etapa más tenebrosa de la escalada del crimen. Otras sociedades han vivido este proceso y salir de allí es casi imposible. En esta etapa, el crimen transforma al ciudadano común en algo sin valor ni significación alguna, se mata por matar, por diversión, por matonismo, por instinto maligno puro y simple. Siempre este tipo de crímenes ha existido, la diferencia es que antes eran esporádicos y provocaban gran alarma pública. Si uno retrocede en el tiempo, se encuentra con la sociedad convulsionada por el entonces famoso crimen de Colima por ejemplo, después vendrían otros que competían por frialdad de los asesinos y el sinsentido de los horrendos crímenes… pero siempre esporádicos.
En los últimos días uno se encuentra con este tipo de crímenes y no entiende nada. A un guarda en Escazú le roban su arma, él no resiste, pero de pronto uno de los delincuentes se vuelve para balearlo y después patearlo en el suelo. Un señor pide silencio a un grupo de muchachos que el domingo a medianoche quebraban botellas de cerveza y gritaban frente a su casa en Heredia, como respuesta uno de ellos lo balea. Y bueno, los casos están saliendo a diario, dando lecciones a los aprendices de delincuentes y configurando una nueva tipología delincuencial.
Cuando Truman Capote lanzó “A sangre fría”, basada en el horrendo crimen de una familia de un apacible pueblo de Kansas hace medio siglo, profundizó en un hecho como pocos han logrado hacerlo, analizando a los criminales hasta el momento mismo en que son ejecutados. Por cierto, hace algunos años, leyendo un libro del periodista Edgar Espinoza, él pregunta a sus colegas a cuál autor recomendarían a los periodistas y el más citado fue este libro de Capote. Lo cierto es que este tipo de crímenes, sobre todo cuando son recurrentes, hoy tienen en los medios de comunicación rojos una forma muy eficaz para que los potenciales delincuentes vean esto como natural, como una forma de llegar además a la cúspide de “la fama”.
En medio de esta realidad, ocurren cosas muy incongruentes. Todavía no se logra que los poderes públicos construyan un sostenido y ambicioso plan de seguridad nacional frente a una delincuencia que cada día es más agresiva y organizada. No se trata de hacer cosas y avanzar, se trata de estar a la altura de las circunstancias, las que implican un desafío de grandes proporciones. La droga, el crimen organizado, la falta de empleo para los jóvenes, nos están arrinconando como sociedad.
¿Cómo se entiende que ante desafíos de esta magnitud los diputados estén priorizando temas como el uso que le da al auto la Presidenta de la República? ¿Cómo se entiende que se gaste tiempo en actores que nos traen soluciones de Hollywood para problemas tan serios? ¿Cómo se entiende que deambulen tantos jóvenes sin trabajo y por otro lado se les otorgue visa a chinos para que vengan a trabajar en la construcción? Esperemos un poco más, tal vez estamos en una etapa de acomodo.





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