Acuerdo nacional
Arturo Jofré [email protected] | Viernes 30 noviembre, 2007
La televisión mostró a Michael Bachelet, rodeada por los líderes de todos los partidos políticos, firmando un acuerdo nacional para velar por la seguridad de los ciudadanos. Era el término de un trabajo conjunto entre gobierno y oposición para presentar al país un proyecto integral con el propósito de enfrentar un problema complejo y prioritario.
Allí estaban las figuras que lucharon en el pasado reciente junto al socialista Allende y dirigentes de la derecha que apoyaron a Pinochet. Ambos sectores sacan este problema de sus pretensiones partidarias y se centran solo en el país.
Hace poco firmaron también el acuerdo nacional en educación. La clave: ningún partido o grupo de partidos está tratando de cosechar el éxito para sí. A nivel internacional hay varios ejemplos, uno reciente se selló en México.
Costa Rica es un país de convergencias, la gente no tiene que hacer grandes esfuerzos para respetar el pensamiento ajeno y casi nunca en su historia se ha cegado por las pasiones extremas. Es un pueblo de paz que ha servido de ejemplo a muchas naciones. Nadie se extrañaría al ver a sus líderes uniendo sus manos, por lo que en este aspecto no tiene mucho que aprender.
Pero nos hemos demorado mucho en aceptar que hay asuntos de prioridad nacional que solo en conjunto podremos alcanzar un éxito duradero e integral.
Hay algo claro: la delincuencia está avanzando en todos los campos y cada vez en forma más atrevida y utilizando recursos más sofisticados.
El fiscal general ha advertido que ya tenemos en nuestro territorio la presencia del crimen organizado. Las tasas de homicidios y robos han crecido en la última década en más de un 50%. El abogado don Juan Diego Castro viene mostrando desde hace años que la impunidad alcanza cifras alarmantes: si acaso se logra condenar dos de cada diez violadores o secuestradores, y así ocurre en casi todo tipo de delitos. El sistema está hecho para beneficiar al delincuente.
La mitad de la población percibe vivir en condiciones extremadamente inseguras. Puede ser que esta percepción esté incrementada por el efecto psicológico pero, como dice la vicepresidenta Chinchilla, la inseguridad ciudadana ha aumentado en los últimos 15 años, sea medida por indicadores objetivos o subjetivos.
Es un hecho que cada día hay más gente asesinada, ultrajada, asaltada, en un escenario en que predominan la impunidad y la impotencia, vivimos una especie de estado de guerra en que una minoría nos tiene cercados. Si no hay una cirugía mayor, perderemos esta lucha.
Las cuatro leyes que están en la Asamblea Legislativa en temas como la delincuencia organizada, la protección de víctimas y testigos, la regulación del instituto sobre drogas, constituyen un buen aporte, pero nada más. Urge que las fuerzas políticas integren a un grupo de expertos en las áreas clave para lograr un acuerdo nacional. Tenemos gente con conocimiento y visión, además hay experiencia nacional e internacional suficiente para iniciar ya.
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