Decisiones y errores de publicación
Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 02 febrero, 2011
Hablando Claro
Decisiones y errores de publicación
Aquella primera plana era francamente repulsiva. El titular habitual en rojo, la fotografía espeluznante de un hombre cuando era quemado vivo en Pueblo Nuevo de Limón (por un supuesto ajuste de cuentas) y el cuerpo semidesnudo de una mujer que festina su cuerpo.
La foto del hombre calcinado generó un aluvión de críticas de lectores y periodistas (lamentablemente no pasaron de la web) demandando un criterio de mínima consideración ética en las decisiones de publicación del medio de comunicación. El tema se las trae.
Por supuesto que La Extra no tiene el monopolio del irrespeto al dolor humano en nuestras publicaciones periodísticas de sucesos. Que eso quede claro. Porque hay otros periódicos que en competencia por la venta, también han hecho del periodismo un ejercicio de vergüenza. Y nuestros dos telenoticieros de mayor rating también han perdido sus referentes en cuanto a noticia roja se refiere, tanto por la abrumadora cantidad, en clara desproporción del reflejo de la amplia variedad de hechos noticiosos relevantes de interés público que constituyen la realidad nacional, como por la forma cruel y deshumanizada (música y locución melodramatizada incluida) con que se presentan muchos de esos sucesos.
El tema por tanto nos atañe directamente a los periodistas. No podemos ejercer de vigilantes validados de todos los demás actores sociales, si somos incapaces de observar las vigas en nuestros ojos.
Ejercemos delicadas tareas de vigilancia y control democrático. Pero somos incapaces de ejercer la autocrítica y menos aún de señalar los enormes yerros que cometemos. Una falsa protección y un equivocado sentido de lealtad gremial y profesional que nos lleva a callar cuando debemos gritar. Porque se supone que no debemos majarnos la manguera…
Me da vergüenza ser parte de una actividad que se dice profesional pero que refleja una faceta de inhumanidad sin límite, carente de sentido de compasión, de respeto al dolor de una familia que no solo pierde a un hijo, esposo y padre en las garras del narcotráfico, sino que debe asistir al circo de observar su cuerpo en llamas en la primera página del periódico. Sin derecho a nada.
Perdemos la noción del tacto y hasta el mínimo sentido estético y argumentamos con absoluta soberbia que se trata de un hecho de interés público.
Es cierto, el narcotráfico y sus macabros hilos, son de interés público. Pero nuestras decisiones periodísticas de publicación son solo nuestras. Una foto de un ser humano siendo quemado vivo no agrega valor informativo al hecho reportado. Pero sí por supuesto estimula los instintos más bajos.
Como dijo el periodista Charles Seig quien hace años fungió como ombudsman de los lectores del Washington Post, el problema es que “nuestras credenciales profesionales nos hacen menospreciar los sentimientos humanos y a la humanidad misma del lector en asuntos que van más lejos que los criterios de selección de una fotografía”.
Vilma Ibarra
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