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Definiciones

Marcello Pignataro [email protected] | Lunes 19 mayo, 2008


Definiciones

Marcello Pignataro

Al momento de escribir esta columna lo único que sé, con respecto a las semifinales del campeonato nacional, es que a Saprissa le toca visitar a Brujas y que Pérez Zeledón recibe a la Liga Deportiva Alajuelense. Desconozco, obviamente, los resultados que esos partidos puedan haber generado este fin de semana.
Pérez Zeledón desde hace tiempo que viene dando “pasos de grande” e incluso se dejó un Campeonato de Apertura —precisamente contra Saprissa y en nuestro estadio— lo cual indica que será un rival de cuidado. Ni los puñetazos de sus dirigentes, ni la desconfianza que tuvieron en su técnico, Alejandro Giuntini, lograron desarmar la ambición del equipo y hoy está en semifinales.
Brujas, a pesar de ser un equipo nuevo, siempre entró a jugar de grande. La nómina de jugadores que tiene es propia de un equipo con tradición y, por ende, de mucho respeto. Mauricio Wright es uno de los pocos técnicos que nunca renuncian a ir al ataque, no es calculador y su equipo agresivo — en el buen sentido— sea que vaya ganando por un marcador holgado, empatando o perdiendo. Siempre busca el gol.
Las series semifinales, por lo menos para este humilde servidor, no tienen claro ganador, ni favorito, ninguna de las dos. Pérez Zeledón puede, perfectamente, “jalarse la torta” con la Liga y Brujas puede hacer lo suyo con Saprissa.
Sería extremadamente sano para el fútbol nacional que lo que he expresado en el párrafo anterior, ocurriera. Tener un campeón inédito, luego de 15 años de dominio saprissista y liguista, posiblemente podría generar la revolución que este fútbol necesita y, quizás, empezaríamos a deshacernos de una enorme cantidad de vicios que nos tienen a los aficionados pensando si, verdaderamente, le podemos ganar a una islita como Granada en el inicio de las eliminatorias.
Un dato curioso, de darse la final Pérez-Brujas, sería el económico. Al Estadio Municipal de Pérez Zeledón no le caben, ni por asomo, 8 mil aficionados. El ST Center, de Aserrí (sede del Brujas), es todavía más pequeño. Los que estamos acostumbrados a escuchar de taquillas de ¢100 millones o más en un partido finalísimo, tendremos que hacernos a la idea de que esas cifras no se darán. Luego de la experiencia de Pérez Zeledón trasladando una final al Ricardo Saprissa y perdiendo no solo la taquilla sino el campeonato contra la Liga, no creo que un asunto de “préstamo de Estadio” se vuelva a repetir.
Otra cosa que me pone a pensar es qué pasaría si es Brujas el campeón nacional. Me imagino, honestamente y con todo respeto, que será facilísimo transitar por la avenida segunda la noche del 29 de mayo, dado que es un equipo con poca o ninguna afición. La maquinaria de mercadeo que han puesto a funcionar desde que colocaron un pie en la Primera División pareciera que no ha logrado calar lo suficiente en los aficionados. Quizás un campeonato sea el despertar que necesitan.
En todo caso, esperemos acontecimientos y ojalá que Jeaustin y sus muchachos se encarguen de que esta columna pase a la historia como una más y no como una profecía.

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