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¡Dejemos hacer!

Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 21 octubre, 2015


¿Conformismo? No. Realismo puro

Hablando Claro

¡Dejemos hacer!

Al explicar los efectos esperados del Plan Impulso anunciado por el presidente Solís, La República hizo ayer un acercamiento preciso cuando dijo que “el plan tendría un efecto positivo, pero modesto ya que el margen de acción es limitado”. Y ese es el meollo: que el margen de acción del gobierno es muy limitado.
Esas son las condiciones políticas que hacen del ejercicio de maniobrabilidad algo que debe estar muy anclado a tierra para que sea factible de ejecutar. Algo muy pragmático. Claro, como dice un querido amigo, sería maravilloso que en lugar de que se nos anuncie un ferry de Caldera a El Salvador para disminuir el transporte de carga de tres días a 16 horas, mejor sería un canal seco que atravesara el país.
Claro que preferiríamos que nos dijesen que por fin se haría realidad el sueño prometido del ex alcalde Araya de tener un tranvía (muy bien llamado deseo). Pero eso no es posible. Dejémonos de cuentos chinos. Lo que es posible justamente mientras se tiene el énfasis puesto en que sean aquellos asiáticos los que nos ayuden a sacar un poco la carreta del atasco; mientras nos decidimos a hacer el ajuste estructural del saneamiento de las finanzas públicas, que por supuesto es mucho más que el tema del aumento de impuestos, pero que también pasará por ahí, y mientras logramos otros correctivos también estructurales para impulsar nuestra productividad, es que se haga todo lo pequeño que sea posible hacer.
Porque tenemos que aceptar que la mitad está a favor y la mitad en contra de casi cualquier cosa y no logramos avanzar. Con el gobierno anterior, con el actual y tristemente seguro que tampoco con el que vendrá.
Y como lo perfecto es enemigo de lo posible, hay que hacer lo que se pueda. Y como mucho ayuda el que no estorba, al menos deberíamos dejar de estorbar para que los que puedan hacer algo, lo hagan. ¿Que es poco? ¿Que resulta insuficiente? Sí, por supuesto.
Pero no sirve de nada torpedear cada empeño como si quisiéramos que al gobierno de turno no le salga nada bien, olvidando torpemente que los perdedores seremos todos.
En materia de reformas políticas, para no ir muy lejos, doña Laura Chinchilla tuvo una excelente idea cuando les pidió a seis connotados ciudadanos que nos presentaran una propuesta de modernización del Estado. ¿Se acuerdan? Pues ahí quedaron para el recuerdo las 96 recomendaciones. Aceptemos que resulta imposible mirar por sobre el horizonte, cuando hay unos cuantos con poder de veto decididos a que no pase nada.
La descalificación a priori, la serruchada, la desconfianza insana, la mezquindad, la miopía y la ideologización metida en todo, nos está pasando factura. Es hora de dejar hacer. Yo por lo pronto estoy convencida que si tan solo se logra mejorar la desastrosa gestión de la Setena habremos ganado. Y si además mejoramos un poquito nuestra capacidad de ejecución de obra pública en medio de esta incapacidad rampante y si para concluir dejamos que el Banco Central siga haciendo su tarea independientemente sin que la presión del poder económico le tuerza el brazo para mover el tipo de cambio, ya habremos ganado mucho. ¿Conformismo? No. Realismo puro.

Vilma Ibarra

 

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