Del Rey Lear y la subjetividad
Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 24 febrero, 2014
En febrero empezó la temporada teatral, a pesar del desencanto por la ausencia de los Premios Nacionales en este rubro
Del Rey Lear y la subjetividad
Descansemos de la vorágine política y dediquemos esta columna a los espectáculos teatrales.
Y aunque me hubiera gustado descansar en Miami, nadie me invitó, no tengo plata y… ya estoy hablando de política, ¡qué necia!
Vuelvo al tema. En febrero empezó la temporada teatral y a pesar del desencanto por la ausencia de los Premios Nacionales en este rubro… y eso también es política, lo dejo de lado.
El año pasado vi “El Rey Lear” en la Compañía Nacional de Teatro (CNT). Ese montaje marcó el regreso a escena de Óscar Castillo demostrándole al público que su talento histriónico estaba intacto. Para los jóvenes que nunca lo habían visto actuar fue un grato descubrimiento. Quienes asistían al mítico Teatro al Aire Libre no olvidarán su magistral interpretación de Arturo Ui, bajo la dirección del célebre Atahualpa del Cioppo.
Otro uruguayo es el responsable de la puesta en escena de Shakespeare que acaba de reestrenarse en el Teatro de la Aduana. El ya tico Fabián Sales, cuenta con una prolífica carrera como actor y director. Sus montajes son serios, consecuentes y, por lo tanto, dignos de verse, como es el caso de “El Rey Lear”.
Si yo hubiera sido jurado de los Premios Nacionales (lo cual no es posible porque es inmoral ser juez y parte) hubiera galardonado sin duda a Castillo como actor protagónico, a Sales en la dirección y a Fernando Castro por su escenografía.
Pero si, además, hubiera sido nombrada por la Asociación de Autores, entidad ilegal desde 2003, los premios estarían viciados de nulidad y… ¡qué necia! ¡Que no vamos a hablar de política!
Este año, Pepe Vásquez, talentoso y querido intérprete que vivió varios años en Costa Rica, ha asumido la tarea de meterse en la piel del Rey Lear. Quienes ya asistieron al espectáculo deberían regresar (yo lo haré): dos grandes actores podrán ser igualmente buenos pero el resultado será diferente.
Podrán acusarme de ser subjetiva al recomendar otro montaje: “100 m2”. Se trata de un espectáculo distinto al de la CNT: intimista, sicológico, con un elenco reducido y en un espacio pequeño. La comedia de Juan Carlos Rubio dirigida por Mariano González en la sala Vargas Calvo, ofrece una hora y media de entretenimiento, reflexión, diversión y despliegue histriónico a cargo de Silvia Rojas, Arturo Campos y… mi mamá, Ana María Barrionuevo. De ahí mi problema. Aunque les aseguro que muchos (que no son sus hijos) han disfrutado de esta obra.
En 2014, ningún actor podrá aspirar a algún galardón pues los Premios Nacionales van a dejar de existir apenas se apruebe la nueva ley en tercer debate. ¡Necia!
Yo hubiera premiado a Freddy Víquez, uno de nuestros mejores comediantes, como mejor actor de reparto por “Taxi” (aún en cartelera), a Andrea Oriza (actriz protagónica), por “La terrible opresión de los gestos magnánimos” y a Adriana Álvarez, actriz de reparto por “La segunda oportunidad”.
Sí, se trata de una obra mía y ella es mi hija teatral. Pero si soy subjetiva con mi madre, ¿por qué no habría de serlo con mi hija?
Claudia Barrionuevo
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