Dos mujeres valientes
Arturo Jofré [email protected] | Viernes 29 febrero, 2008
Arturo Jofré
Las calamidades sociales muchas veces emergen o se alimentan de leyes mal concebidas o de autoridades que las ejecutan con temor o guiadas por intereses inconfesables. Nuestro desarrollo no ha estado exento de ambos activadores de calamidades públicas, sea por omisión, por propósitos turbios o por ineptitud.
De pronto aparecen personas que nos muestran que con la misma legislación, pueden lograr resultados espectaculares. La tarea no es fácil, porque la legislación muchas veces obstruye, pero aun en esas condiciones difíciles pueden mostrar caminos diferentes.
¿Hay mayor desatino que lo que está ocurriendo en algunas de nuestras playas? Dueños de algunos hoteles están destruyendo su propia fuente de ingresos al contaminar las playas en que tienen sus instalaciones. Lo más grave, atentan contra el turismo que es una de nuestras mayores fuentes de ingreso y contra el esfuerzo nacional que se hace por evitar la contaminación. Eso se llama matar la gallina de los huevos de oro.
La ministra de Salud, María Luisa Avila, una persona a la que no conozco pero admiro por sus decisiones valientes, nos ha demostrado que a veces con la misma legislación con que otros fueron tan permisivos, ella puede poner las cosas en regla. Lo más importante es que su decisión puso en alerta a todos y su acción será una cadena tipo dominó: el que no está a derecho tendrá que asumir las consecuencias, dado que esto atenta contra la sociedad toda.
A propósito de dominó. La misma legislación que prohibió los juegos de azar y que por muchos años no permitió la existencia de casinos, por un acto de magia otras autoridades la aplicaron para hacer florecer las salas de juego en todo el territorio. Recuerdo un gobernador de San José que luchó día y noche por erradicarlos, pero su esfuerzo fue en vano.
“Me tiene enferma esta noticia”, indica la ministra de Justicia, Laura Chinchilla, refiriéndose al anuncio de la venida a Costa Rica de los casinos expulsados de Rusia, acompañados en su aventura —según la información— por inversionistas locales. La Ministra está dispuesta a dar la lucha, una lucha que hasta ahora nuestra sociedad ha dado por perdida.
En muchos países se permiten los casinos, pero se ubican en ciudades del juego o como una concesión a reductos indígenas para que atraigan turismo, como ocurre en Estados Unidos. En otros hay concesiones limitadas que se sacan a licitación. En sí no es el juego el problema, sino la proliferación desordenada y sin límites claros. Como lo expresa muy bien la ministra Chinchilla, lo que no es prudente es que se abra una cadena de casinos en cada cuadra de San José, además de la preocupación de lo que hay detrás del juego.
Dos mujeres valientes que se enfrentan a problemas heredados que afectan a toda nuestra sociedad. No son las únicas, pero su ejemplo reconforta y da esperanza, porque como mujeres quieren heredar a sus hijos (a todos los hijos) una Costa Rica más fresca y sana en su esquema de desarrollo.
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