Educación, cultura y presupuesto
Arnoldo Mora [email protected] | Viernes 31 octubre, 2014
No se puede hacer ciencia si no se dominan las matemáticas. Mas para tener capacidad en matemáticas hay que desde niños aprender a pensar en abstracto
Educación, cultura y presupuesto
La intención de oponerse a la propuesta gubernamental de presupuesto con el fin de reducir el déficit fiscal no siempre tiene efectos positivos. Podar y mutilar no son lo mismo. Es bueno cortarse las uñas; sería desastroso cortarse los dedos. No todo recurso estatal es un gasto. Los hay que son una inversión. Las propuestas del presupuesto no deben ser vistas solo desde el punto de vista cuantitativo sino que hay que tomar en cuenta el aspecto cualitativo.
Hay recursos que son indispensables para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Tales son aquellos que se invierten en educación y cultura. Ambas están íntimamente ligadas pues la educación no solo es la que se imparte en las aulas. La educación que se da mediante el cultivo de las bellas artes y el cultivo de las tradiciones populares, es tan importante como la que se da en las aulas. Ambas forman personas creativas y permiten combatir la delincuencia, forjar un futuro a las nuevas generaciones.
Nuestro sistema educativo público tradicionalmente ha sido exitoso en la primaria y universitaria. El eslabón débil es la secundaria. Sin embargo, es en la adolescencia cuando se forma nuestra personalidad.
Ser hombre o mujer no se basa solo en lo biológico, es igualmente una dimensión en la vida en sociedad. De la inserción en la sociedad depende en buena medida que seamos felices en la vida aunque no necesariamente “exitosos” tal como lo entiende nuestra decadente sociedad de consumo.
Es importante que el gobierno apoye aquellas carreras que, en un determinado momento histórico de nuestra institucionalidad política, considera prioritarias para lograr un mayor desarrollo material y un más alto grado de equidad socioeconómica, pero que esto no se traduzca en un menosprecio en los otros saberes, tales como el cultivo de las artes, o el desenvolvimiento de las ciencias sociales y humanísticas.
En atención a los derechos de las personas, las familias y las instituciones financieras y educativas, sobre todo, las que se nutren con recursos públicos, deben respetar las vocaciones de cada uno.
A nadie se le puede forzar a seguir una carrera para la cual no siente gusto ni inclinación. Porque encontrar una plena realización personal en lo que hacemos es parte indispensable de la felicidad individual y del bienestar de la sociedad. Solo así podemos formar ciudadanos útiles a la Patria y sensibles al bien común.
Pero si queremos tener más ingenieros y expertos en las ramas científico-técnicas debemos iniciar a las nuevas generaciones desde la primaria, en su capacidad de pensar en abstracto.
No se puede hacer ciencia si no se dominan las matemáticas. Mas para tener capacidad en matemáticas hay que desde niños aprender a pensar en abstracto: para ello se requiere, ante todo, el dominio de la lengua materna, pues pensar es interpretar lo real a la luz de símbolos y el sistema natural de expresión simbólica es el lenguaje.
Luego se requiere el dominio de los fundamentos de las matemáticas y, al final de la secundaria, iniciarse en los rudimentos de la filosofía. Solo así se está en capacidad para asumir con éxito la educación superior.
Arnoldo Mora
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