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El FMLN en el poder

Arnoldo Mora [email protected] | Viernes 05 junio, 2009



El FMLN en el poder


La toma del poder, luego de haber ganado democráticamente las últimas elecciones, por parte de la que en la década de los ochenta del siglo pasado fuera considerada como la guerrilla más radical y poderosa del continente, llevando a la presidencia al periodista independiente Mauricio Funes, podría cambiar sustancialmente la historia de El Salvador y ejercer una influencia nada desdeñable más allá de sus fronteras. Acontecimientos como este demuestran, una vez más, que estamos en el siglo XXI y que las huellas del anterior se borran aceleradamente...¡dichosamente! De mi parte, no puedo ocultar que esta sola perspectiva me llena de alegría en el presente y de esperanza en el futuro. Estoy hablando no solo de la región centroamericana, sino de toda América, incluidos los propios Estados Unidos, cuya presencia e influencia en todo el Continente ha sido y seguirá siendo enorme.
Pienso, concretamente, en la trágica situación que vive desde hace décadas Colombia, único país hemisférico que se desangra en una absurda guerra civil y en donde opera la más antigua guerrilla de Nuestra América. ¿Por qué no pensar que lo acaecido en El Salvador podría ser un ejemplo a seguir con el fin de devolver la paz a Colombia? Creo que la presión internacional y el surgimiento de alternativas democráticas no uribistas, como el Polo Democrático y otros grupos políticos, algunos de los cuales ya tienen experiencia de poder pues han ganado las alcaldías de las principales ciudades del país, podrían lograr que se conforme un frente que obligue a la firma de acuerdos de paz entre el gobierno y las FARC.
Volviendo a la toma de posesión de Funes, no hay duda de que se trata de un acontecimiento histórico, puesto que es la primera vez que en El Salvador la oligarquía (las míticas “14 familias”) pierden el poder ejecutivo, si bien conservan todo lo demás, que no es poca cosa: mayoría parlamentaria, alcaldía de la ciudad capital, influencia en el ejército, monopolio del capital financiero y de los principales medios de comunicación. Por todo ello, es de esperar que el gobierno tendrá una férrea oposición. Pero, tanto Funes como el FMLN, están conscientes de esta situación. Han ganado la presidencia pero conforman un gobierno de minoría, al igual que Ortega en Nicaragua y Lula en Brasil, pero con el agravante de que en estos países se pueden pactar alianzas, mientras que en El Salvador todos los partidos están unidos en contra del gobierno.
Por eso la táctica a seguir por parte del nuevo gobierno es clara. Funes tiene por cinco años la presidencia, pero a medio periodo habrá elecciones parlamentarias y municipales. De ahí que el gobierno de Funes se dividirá en dos, esperando que, si hace un buen gobierno, esto es, si cumple sus promesas de campaña, podrá lograr la mayoría en el parlamento y en las municipalidades. Solo entonces podrá profundizar las reformas sociales para acabar con todo vestigio oligárquico en el Estado. En estos primeros dos años y medio, el nuevo gobierno debe hacer la “revolución democrática”, consistente en aplicar plenamente los acuerdos de paz, actualizar el padrón electoral, depurar el poder judicial, el Tribunal de Elecciones y, sobre todo, los cuerpos de policía y del ejército. Todo sustentado en reformas económico-sociales en beneficio de las mayorías populares. Solo así se logrará consolidar el sistema democrático.

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