El lado oscuro de Yahoo y Google
Luis Alberto Muñoz [email protected] | Viernes 06 junio, 2008
Luis Alberto Muñoz
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Cada vez que se enciende la computadora y se carga el navegador de Internet, la elección del buscador parece ser una decisión inofensiva.
Pocos se preguntarán qué habrá detrás del amigable logotipo de Yahoo, Google, o cualquiera de los otros motores de búsqueda de contenido.
Las apariencias engañan, algunas de estas millonarias compañías, con tal de expandir su poderío mundial fueron capaces de pisotear uno de los principios democráticos más reverenciados, la libertad de expresión.
Google limitó el contenido de las búsquedas, para que cuando algún usuario dentro de China indague sobre el Tíbet, Taiwán o la plaza Tiananmen, aparezcan solo versiones aprobadas por las autoridades de ese país.
Por su parte, Yahoo entregó a ese mismo gobierno, diferentes tipos de información recogida sobre los internautas de ese país (alrededor de 230 millones), lo que condujo al encarcelamiento del periodista Shi Tao y el escritor Wang Xiaoning, críticos del régimen del gigante asiático.
Yahoo pidió disculpas a las familias de los prisioneros y solicitó ayuda a Estados Unidos para interceder ante China, sin lograr resultados.
En la actualidad, China no parece estar sola. Entre los países señalados por ejercer una censura penetrante están Cuba, Irán, Birmania, Corea del Norte, Siria, Túnez, Uzbekistán, Vietnam, Arabia Saudita, Emiratos Arabes, Yemen.
Gran parte del sueño de los creadores de Internet consistía en el desarrollo de una plataforma social en donde las personas expresaran sus ideas sin restricciones.
Sin embargo, esta batalla se ha ido perdiendo poco a poco, conforme las relaciones comerciales de las grandes compañías de la “red de redes” imponen normas al contenido informático, con tal de mantener ingresos publicitarios en su expansión a través del mundo.
Hoy se habla de que estas multinacionales cibernéticas se han acuerpado de “embajadores”, llamados así a abogados y diplomáticos empresariales cuyo trabajo consiste en negociar con gobiernos censuradores, los niveles de tolerancia en el contenido expuesto por los buscadores, con el fin de no afectar el crecimiento de su negocio.
Aparentemente el gran potencial de Internet como un supuesto instrumento de cambio y evolución social ha encontrado un inesperado obstáculo.
El predominio de estas “superpotencias” cibernéticas y su estrecha relación con gobiernos han generado un escenario orweliano, donde el fuerte control sobre el contenido más bien pretende convertirse en una herramienta de represión a la libertad y a la privacidad.
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