El Salvador, evitar la radicalización
Carlos Denton [email protected] | Miércoles 10 junio, 2009


El Salvador, evitar la radicalización

El nuevo primer mandatario es el sexto desde que el país regresa a la democracia; dos de ellos — Napoleón Duarte y Alfredo Cristiani— se juramentaron cuando el país estaba metido en una guerra civil cruenta que duró más de diez años, mientras que a Armando Calderón Sol le tocó encontrar a su nación hecha trizas en los ámbitos económico, social y de infraestructura, después de la conflagración violenta, y tener que reconstruirla. Francisco Flores enfrentó desastres naturales de gran envergadura, y la verdad es que solo Antonio “Tony” Saca heredó una situación de bonanza relativa.
La diferencia entre los presidentes anteriores y Funes es que este tiene pocos aliados dentro o fuera del país, y bastantes adversarios. El grupo de empresarios más fuerte del país lo adversa por lo menos tácitamente, así como la mayoría de los medios masivos de comunicación. Los partidos políticos, excepto el FMLN que lo llevó a la presidencia, están en su contra. El mismo FMLN lo apoya pero mantiene fuertes diferencias ideológicas, programáticas y de visión hacia el futuro con su “líder.”
Si ARENA, los otros partidos, los socios de la ANEP y los medios más importantes entre otros le imponen un cerco que limite su capacidad de acción, un posible resultado es que comience a radicalizarse el gobierno. Cada vez más, Funes se encontrará con la necesidad de depender de los elementos más duros del FMLN y de sus aliados en el exterior, con consecuencias negativas para el futuro salvadoreño. Estos pedirán acciones y programas de interés de ellos, a cambio de su apoyo.
El modelo económico nacional, que se nutre de remesas enviadas desde el exterior por coterráneos que no encontraron oportunidad en su país, es el meollo del problema. Muchos de los salvadoreños más talentosos se van del país en búsqueda de mejores oportunidades; por un tiempo mandan dinero a sus familiares para mantenerlos y cuando ya están bien arraigados en el exterior disminuyen o eliminan estas remesas. La clase empresarial, en vez de entender que las remesas constituyen un transitorio y usarlas para construir hoteles, fábricas y otros centros productivos, se dedicó a producir lindos centros comerciales y todo tipo de comercio y servicios financieros para absorber el dinero que les llegaba. Este grupo potencialmente podría combatir cualquier iniciativa para cambiar este modelo algo nefasto, con la complacencia de los partidos políticos que ellos financian y los medios que son sus aliados.
Según un banquero cercano a este columnista, los empresarios están sacando su dinero del país y recortando sus inversiones ahora que Funes está en el poder. Ojalá que aparezcan nuevos inversionistas con otra visión y que ayuden a crear empleos para los salvadoreños talentosos que quieren quedarse, o que los existentes recapaciten.
¿Polarización o cooperación? ¿Qué le espera a El Salvador?
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