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El Comunismo II

Humberto Pacheco [email protected] | Martes 06 noviembre, 2012



¿“Mentiras” don Yuri? Es información de primerísima mano que nosotros vivimos y Uds. no


TROTANDO MUNDOS

El Comunismo II

Lo que nos sorprendió y al mismo tiempo indignó- dicen nuestros interlocutores diplomáticos- fueron las siguientes palabras: Usted con sus partidarios “no veían dos carros, refrigerador y televisor etc. en los hogares rusos, georgianos, ucranianos, búlgaros, rumanos, etc. ni a mediano plazo”.

Dijimos que faltaría mucho tiempo para que el sueño americano que añoraban entonces casi TODAS las demás sociedades, llegara a las diversas sociedades soviéticas. Había muy pocos carros en manos de unos cuantos privilegiados, y éstos eran pésimos. El pueblo no tenía refrigeradoras modernas ni televisión independiente. Para los campesinos la calefacción era el fogón central de leña, que construían como una cama para poder acostarse en ésta en los inviernos muy agresivos.
Al leer estas líneas a un costarricense se le dará la sensación de que ésta “pobre gente” vivía en cuevas, o en condiciones de extrema pobreza. Respecto a esto se nos surge una pregunta: ¿Ud. alguna vez visitó la Unión Soviética y los países de Europa Oriental, digamos, en el período de los años 70-90 del siglo pasado para atreverse a escribir estas mentiras en su artículo?

Lo de las cuevas es de su cosecha, pero otra vez la arrogancia y las presunciones erróneas hacen presa de Uds. ¿De que paraíso soviético hablan? En 1973 visitamos China comunista invitados por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Costa Rica. A partir de 1975, reiteradas veces visitamos Bucharest, Rumanía para hacer negocios con el Spa de la Doctora Ana Aslan, refugio adonde iban a rejuvenecerse los líderes políticos del mundo, especialmente los soviéticos. En esos viajes pudimos confirmar las condiciones miserables de pueblos grises y tristes, en Rumanía sin aceite para calefacción en el invierno y teniendo que reciclar el de comer, lo que hacía que la comida en los mejores restaurantes supiera a diablos. No vemos entonces porque indignarse de que habláramos de llegar a otro estadio mejor. Las ciudades principales de la Unión Soviética eran bellas, pero fueron construidas por zares y reyes de otra época; lo penoso era ver como se desplomaban bajo el paraíso comunista.
Tras 15 años de visitar Eslovaquia frecuentemente hemos tenido la oportunidad de cenar varias veces en el Country Club de Bratislava en que se hospedaban en lujo oriental los Beria, Malenkov, Molotov, Stalin y otros cuyos nefastos nombres olvidamos. También nos hemos hospedado en el chalet de Trinecke, celebre ciudad del molino de acero checo que alimentaba las necesidades soviéticas. Allí, la misma viejita que en su juventud atendía a esos indeseados huéspedes rusos, nos dio de comer unos “dumplings” deliciosos mientras nos mostraba las fotos que se tomaban con ella.
A Rusia la visitamos una vez hace unos doce años. Moscú es imponente, pero no nos gustó ese aire policial con que lo reciben y lo despachan a uno en el aeropuerto, aunque venga invitado por un santo grande. A la salida casi nos desnudan para asegurarse de que no nos lleváramos unos cuantos dólares más de los habíamos traído, algo bastante difícil porque todo allá era carísimo.
¿“Mentiras” don Yuri? Es información de primerísima mano que nosotros vivimos y Uds. no, porque Uds. están debajo de la línea de mando privilegiado. Continuará.

Lic. Humberto Pacheco A., M.C.L.

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