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Elecciones 2014: Reflexiones críticas (I)

Arnoldo Mora [email protected] | Viernes 07 febrero, 2014


El que ningún partido sea hoy mayoría, se refleja en la heterogénea composición del próximo Congreso


Elecciones 2014: Reflexiones críticas (I)

El 2 de Febrero terminó la primera etapa de las elecciones de este año. El pueblo eligió, entre un enjambre de partidos —solo 5 de los cuales merecieron, por su tamaño según los sondeos de opinión, ser considerados como tales para ganarse un cupo en los debates televisivos— no al próximo presidente sino a los dos candidatos que se disputarán, en una segunda ronda, el 6 de Abril, quién efectivamente será el próximo jefe del Ejecutivo.
Sin embargo, en la actualidad debemos ir superando la visión estrecha del presidencialismo; ya no estamos en un sistema político tan rígido en su verticalidad donde el Ejecutivo es lo central y todos los demás poderes, especialmente el Primero, le están realmente aunque no formalmente subordinados.
Si algo han mostrado estas elecciones es que lenta pero inexorablemente nos deslizamos hacia una concepción del sistema democrático más parlamentario que, espero, algún día sea realidad en Costa Rica; aunque no tan abierto como el existente en varios países europeos, sino que mezcle el centralismo presidencialista, tradicional en nuestra región, con el pluralismo parlamentario, como tan sabiamente lo hizo De Gaulle para su amada Francia.
El hecho de que ningún partido sea hoy mayoría, se refleja en forma aún más patente en la heterogénea composición que tendrá el próximo Congreso. Nunca he visto tanta atomización en la Asamblea Legislativa como en la que acaba de elegir el pueblo. No es necesario ser clarividente para prever que en los próximos cuatro años, los pactos, los acuerdos y desacuerdos, los mutuos y frecuentes elogios y censuras serán la nota dominante en el mundillo político de Cuesta de Mora.
Presiento que para cada proyecto importante de ley que se discuta habrá dispares, por no decir contradictorias, actitudes de los partidos representados en el Congreso; ninguno será aliado permanente de otro y menos del gobierno; por el contrario, los (des)acuerdos y alianzas serán coyunturales. Esto hará que el Congreso ocupe la atención tanto y, a veces, más que Zapote.
Nunca como ahora la monogamia política ha perdido vigencia y menos aún aquello de que la unión coyuntural debe durar “hasta que la muerte (política) los separe”. Los partidos que en un proyecto de ley están hoy de acuerdo, en otro serán férreos adversarios.
El erotismo político se asemeja a la forma en que las nuevas generaciones conciben actualmente su relaciones amorosas: solo cuenta el presente. Las parejas se hacen y deshacen con la misma facilidad con que se iniciaron… para volverse a hacer y deshacer.
En un contexto tan volátil del quehacer político, el Ejecutivo solo podrá cosechar logros si concibe a su Ministro de la Presidencia como una especie de primer ministro. Por eso los nombramientos para configurar el equipo económico —quien es el que ejerce el poder en la realidad— y el Ministro de la Presidencia quien tiene el manejo político del día a día, especialmente con las fracciones parlamentarias, llevarán en gran medida sobre sus hombros el dulce fardo del éxito o saborearán la hiel del fracaso del próximo gobierno.
Es en la inflexible ortodoxia neoliberal del primero y su insensibilidad social, lo mismo que la ineptitud rayana en la estulticia de los segundos (me refiero a los dos últimos Ministros de la Presidencia (¿?), donde radicó el fracaso y la consecuente impopularidad de la actual mandataria.

Arnoldo Mora

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