En el país de no me acuerdo
Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 17 febrero, 2014
“País contará con Premios Nacionales de Cultura”. El encargado de redactar el comunicado de prensa se olvidó que desde hace más de 50 años ya existían
En el país de no me acuerdo
“En el país de no me acuerdo, doy tres pasitos y me pierdo” reza una bellísima canción de María Elena Walsh.
En Costa Rica, los funcionarios del Gobierno dan tres pasitos y se pierden. Siempre.
Así como la Walsh contaba cuentitos, yo trataré de contar uno.
Había una vez una ley costarricense, la número 2901 del 24 de noviembre de 1961, que, luego de varias modificaciones y algunos decretos, otorgaba galardones anuales a muchos destacados costarricenses en diversos campos de las artes, la comunicación y las ciencias.
Como nunca falta un antagonista en una buena fábula, en esta algunos se empeñaron en cambiarlo todo. Y si bien los argumentos expuestos por los partidarios de una nueva ley tenían asidero en realidades objetivas, la nueva lista de premios que pretendía ser incluyente y resultó todo lo contrario. Faltaba que la Asamblea Legislativa aprobara la ley.
La semana pasada, en el país de no me acuerdo, la nueva ley fue aprobada en primer debate y en el correo electrónico enviado por el Departamento de Relaciones Públicas Prensa y Protocolo de la Asamblea, llevó como título: “País contará con Premios Nacionales de Cultura”. El encargado de redactar el comunicado de prensa se olvidó que desde hace más de 50 años ya existían.
No se habían calmado aún las aguas de otro olvido imperdonable: el de la designación de, tal vez, los últimos galardones en los campos del teatro y las artes plásticas. No queda claro si los funcionarios del Ministerio de Cultura no se acordaron de juramentar a tiempo a los dos jurados designados, o si la falta de un tercero, que debía nombrar la Asociación de obras literarias, artísticas y científicas de Costa Rica, imposibilitaba crear la terna.
Y aquí, otra vez, en el país de no me acuerdo, se les olvidó a todos que la Asociación había perdido su estatus legal diez años atrás, tampoco se acordaron que en 2010 un jurado designado renunció recordando que la organización ya no existía ante la ley.
Total no se designaron los galardones de teatro y el gremio protestó. Igual que hace algunos meses que, luego de la preselección de las películas costarricenses que participarían en concurso en el Festival de Cine Paz con la Tierra, algunos productores hicieron pública su molestia ante la decisión del jurado. En ambas ocasiones las autoridades del Ministerio de Cultura trataron de “arreglar la torta” y la hicieron peor.
Sin siquiera tener el valor de asumir su negligencia, han decidido nombrar unos asesores (al parecer funcionarios del ministerio) que “ayudarán” a los jurados, por fin juramentados, a otorgar unos galardones que, aunque sean merecidos, ya perdieron todo lucimiento.
Quienes nos dedicamos a las artes sufrimos el irrespeto de los gobiernos que cuatrienio tras cuatrienio reducen los presupuestos artísticos, ignoran nuestras necesidades, imponen cada vez más trámites burocráticos que entorpecen nuestras posibilidades laborales. Este capítulo de los Premios Nacionales es una muestra.
Claudia Barrionuevo
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