¿Estabilidad? pero con crecimiento
Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 14 abril, 2014

Estabilidad sí, pero con crecimiento… con aumento de la productividad… con un Estado eficiente
¿Estabilidad? pero con crecimiento
Con razón economistas, empresarios, funcionarios y ciudadanos nos preocupamos por la estabilidad de nuestra economía.
Sabemos que enfrentamos el déficit fiscal más alto de los últimos 20 años, y tal vez el mayor desde la gran crisis de principios de la década de 1980. Sabemos que el crecimiento que lleva nuestra deuda pública no es sostenible y que de continuar llegará un momento en el cual —preocupados por la falta de capacidad de pago— los acreedores externos cerrarían esa llave.
Sabemos también que el crédito interno al gobierno tiene un límite —que no hemos alcanzado— pero al que llegaríamos si no ponemos coto al exceso de los gastos sobre los ingresos públicos. Sabemos incluso que tiene límite el financiamiento mediante el aumento de la inflación, el más injusto de los impuestos.
Los más viejos recordamos los graves perjuicios que sufrieron los costarricenses de menores ingresos cuando perdimos la estabilidad en la crisis de 1980-1984, pasando de un 20% a un 50% de familias pobres. Por eso la valoramos tanto.
Posteriormente, como el resto de América Latina, pudimos soportar con éxito los fuertes embates de la gran recesión de 2007-2008 gracias a las políticas de estabilidad y ortodoxia económica que hasta entonces seguimos, y que permitieron disminuir el déficit fiscal y las deudas públicas interna y externa, mejorar los balances de los entes financieros, y acumular reservas internacionales.
En 2007 y 2008 se incrementa aceleradamente el gasto público y se hace con aumentos de empleo y salarios tanto en el gobierno central como en las más importantes instituciones autónomas, de manera que ese incremento no resulta fácilmente reversible y no ha sido revertido.
Esa es la principal razón de justificada preocupación por la estabilidad. Además tenemos un régimen cambiario y una política monetaria a medio construir: desde 2006 se optó por una flotación administrada y la fijación de metas de inflación que aún no se ejecutan.
Pero a pesar de ser tan importante mantener la estabilidad, no se puede reducir a ella la política pública. Enfrentamos también los serios problemas de una pobreza que se obstina en no disminuir y de una desigualdad que se incrementa, en estos años cuando en América Latina más bien disminuye.
En estas circunstancias no podemos atenernos solo a medidas de orden fiscal y a un buen manejo monetario y cambiario. La revista The Economist del 29 de marzo al referirse a los retos económicos actuales de América Latina señala en una frase esclarecedora: “Más que la inestabilidad económica, la preocupación para Latinoamérica es el crecimiento, el riesgo de que 3% se convierta en la norma”.
La respuesta es aumentar la productividad. Con su incremento podríamos crecer más para aumentar los ingresos de las familias pobres y para disminuir la desigualdad. Y la clave para aumentar la productividad está en la dotación de mejores y más baratos servicios públicos e infraestructura.
Para ello debemos aumentar la eficiencia del Estado. Estabilidad sí, pero con crecimiento… con aumento de la productividad… con un Estado eficiente.
Miguel Ángel Rodríguez
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