Figueres, el ejército y la Reforma Social
Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 03 diciembre, 2015
En la proscripción del ejército y la consolidación de la Reforma Social está la consagración del más grande aporte de Figueres a la construcción de la democracia costarricense
De cal y de arena
Figueres, el ejército y la Reforma Social
De lo que ha significado para Costa Rica la proscripción del ejército como institución permanente, hay suficientes comprobaciones.
Hechos duros y ciertos por completo alejados de la especulación, determinantes en la forja de la construcción de un régimen democrático con la razón de ser que deriva de la voluntad de los ciudadanos externada en las urnas.
Lo que ha sido y es y será la Costa Rica sin ejército está ante nuestros ojos. Pero qué sería de Costa Rica si la Reforma Social del presidente Calderón Guardia con toda su amplia repercusión social, institucional y política hubiese sido derogada por la Junta Fundadora de la Segunda República, eso sí que queda hundido en los recodos de la especulación. Pienso yo que sin los capítulos de la Reforma Social, esta Costa Rica sería muy distinta de la que emergió con los impulsos que desató ese proceso reformador conjuntamente con las transformaciones económicas y políticas que dictó la Junta que presidió José Figueres Ferrer.
No es aventurado imaginar una Costa Rica con las trazas visibles del desgarre social, con la injusticia social que se acusa también con manchas de sangre en nuestro vecindario. La gran diferencia, lo que ha hecho de esta Costa Rica algo muy distinto y por bastantes tramos envidiable, es lo que se parió en la década de los 40.
En la proscripción del ejército y la garantía de la consolidación de la Reforma Social está la consagración del más grande aporte de Figueres a la construcción de la democracia costarricense.
Don Pepe lo dijo en una de esas lapidarias frases con que solía sorprender a sus conciudadanos: “Lo más grande es lo que hicimos y lo que no hicimos”. Allí, en los entresijos de esta sentencia, está el significado monstruoso de la abolición del ejército y de la consolidación de la Reforma Social.
En “lo que hicimos” la proscripción del ejército como institución permanente. Y en lo que “no hicimos”, la derogatoria de las leyes sociales.
En “La Guerra de Figueres”, Guillermo Villegas Hoffmaister recoge de qué modo Figueres dejó escrito ese incidente armado por “representantes del periódico La Nación, es decir —puntualiza don Pepe— de los intereses conservadores y reaccionarios del país”. Agrega: “Entonces, envuelta en frases equívocas y sibilinas, me hicieron una propuesta que en el fondo era muy simple: que se eliminaran las Garantías Sociales, el Código de Trabajo y el Seguro Social”.
Y sigue Figueres: “Llegaron a decirme, sin ambages, que comprendían que en nuestra propaganda de guerra hubiéramos estado mintiendo en cuanto al mantenimiento de las llamadas conquistas sociales pero que ahora, ganada la guerra, deberíamos tener en cuenta que la guerra se había hecho para eliminar todas esas leyes sociales.
Las fuerzas que ellos representaban me darían todo el apoyo que podría suministrar el gran capital y la prensa, para que me quedara con la Presidencia de la República, desconociendo la elección de don Otilio Ulate.
Con firmeza rechacé como antipatrióticas las proposiciones que me hacían, como si fuera un politiquero dominado por la lascivia del poder”.
Álvaro Madrigal
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