Fin de año
Marcello Pignataro [email protected] | Lunes 29 diciembre, 2008
Estamos a tres días (contando hoy) de que termine 2008. Posiblemente, si hacemos un recuento del año (y de los daños), nos habremos dado cuenta de que la famosa lista de propósitos que hicimos el 31 de diciembre de 2007 o el 1º de enero de 2008 no la terminamos ni en un 50%.
Yo, por ejemplo, tengo como diez años nuevos que “dejo de fumar”. Algunos amigos me recomiendan un tratamiento carísimo que lo pone a uno a soñar con elefantes rosados; otros me dicen que tome tal o cual yerba, que meta el cigarro en un vaso de leche y que me la tome después. Yo creo que es cuestión de “aquellos” más que otra cosa. En fin: en 2009 va de nuevo.
Al terminar el año debemos hacer un balance de cómo estuvo 2008 y qué resultados obtuvimos. Espero, honestamente, que el balance para todos haya sido más positivo que negativo. De haber ocurrido a la inversa, hagamos el propósito de cambiar la situación para el año que viene.
El año que empieza es, al igual que un nuevo día, un espacio en blanco que cada uno de nosotros nos encargaremos de ir llenando conforme sea nuestra voluntad. De las experiencias buenas nos nutriremos y fortaleceremos, y de las experiencias no tan malas aprenderemos y creceremos. Todo lo que nos ocurra será por una razón y estará en nosotros mismos averiguar cuál es. Como me dijo mi hermano con la muerte de papá y mi abuelo hace más de dos años: “No preguntarnos ¿por qué? sino ¿para qué?”
Nos espera un año 2009 bastante oscuro (según algunos) o bastante tranquilo (según otros). Las predicciones que del próximo año hayan hecho economistas, politólogos, sociólogos, adivinos y demás no nos deben afectar. El año que viene será como nosotros queramos que sea.
Si nos llenamos de pensamientos positivos y vemos el futuro con ilusión, más que con temor, será un buen año. Obviamente no estará exento de algunos malos ratos, pero siempre mirando hacia delante con fe y optimismo. Yo sí creo que Costa Rica, como un todo, puede cambiar y volver a ser oasis de paz. Sin embargo, para lograrlo debemos empezar por cambiar nosotros mismos. Sí es posible.
Un libro que leí hace algunos meses, y que reviso cada cierto tiempo, me dice que todos los días debemos “Atrevernos a algo digno” (Dare something worthy, dice textualmente). Pues les reto a que lo hagamos: todos los días hagamos algo digno, algo respetable, algo loable. Sea por nosotros, sea por nuestra familia, sea por nuestro vecino o sea por alguien total y absolutamente desconocido. Les aseguro que, al final de cada día, nos sentiremos mejor y habremos aportado un poquito para hacer de este, un mundo mejor.
Quiero aprovechar mi última columna de 2008 para desearles a todos los que me hacen el honor de leerme (y a los que no, también) un próspero y venturoso 2009, lleno de paz, alegría y bendiciones para ustedes y sus seres queridos, y que cada día que pase sea mejor que el anterior.
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