Gestión pública y fortalecimiento democrático
Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 07 mayo, 2008
Hablando Claro
Vilma Ibarra
Puede ser muy cliché, pero yo sí creo que la salud como la seguridad es cosa de todos. Evidentemente para asumir esa tarea colectiva de cuidarnos y protegernos necesitamos respuestas efectivas de los funcionarios de instituciones estatales que ejerzan con firmeza, idoneidad y compromiso las tareas de servicio para las cuales fueron creadas. Y eso es lo que está sucediendo con la rectoría que ha recuperado el Ministerio de Salud bajo el liderazgo de la Dra. María Luisa Avila, quien nos ha devuelto la esperanza y la confianza; dos elementos claves no solo de la eficiencia en la gestión pública, sino más importante aún, de la percepción sobre la viabilidad de la democracia.
Salud respira nuevos aires. Sus funcionarios probablemente sigan enfrentando si no las mismas, parecidas limitaciones a las de las últimas décadas. Pero es notorio el cambio. La mística, la determinación y el empeño por mejorar y por brindar al ciudadano un servicio eficiente en un abanico tan amplio como complejo de aspectos que tienen relación con la prevención, la promoción y las medidas correctivas en materia sanitaria saltan a la vista. Y lo interesante de lo que está sucediendo es que cuando los engranajes de la gestión pública funcionan respondiendo a clamores por tanto tiempo desatendidos, entonces los ciudadanos multiplican sus acciones y la maquinaria de la democracia gira con más fuerza. Se revitaliza.
Las denuncias ahora —literalmente— llueven por montones en las oficinas regionales, en los puestos de salud y hasta en los propios despachos ministeriales. La contaminación de aguas, las fumigaciones sin control, la manipulación inadecuada de alimentos, así como la descarada negligencia de quienes privilegian sus negocios por encima de sus obligaciones de cumplir con lo que la ley les obliga para proteger la salud de las personas a las que brindan sus servicios y el entorno en el que se desempeñan, son el pan de cada día de funcionarios que tienen la consigna de que todos los planteamientos deben ser atendidos y contestados. Por supuesto no digo que todo sea perfecto, de seguro habrá fallas en los sistemas y mecanismos de respuesta, porque todo quehacer humano es objeto de mejora. Pero lo importante es que hay una férrea determinación de gestionar con la mayor eficacia y eficiencia posible los asuntos de una materia tan sensible para la calidad de vida del país como la salud suya y la mía.
Solemos ser muy mezquinos para reconocer lo bueno que tenemos. Pero la democracia merece que le exaltemos los buenos dividendos que nos puede generar si nos comprometemos con la tarea de mejorarla. Salud no podrá tener nunca un funcionario en cada rincón de Costa Rica para vigilar el cumplimiento cabal de la ley. Pero si responde con la firmeza y contundencia que lo hace ahora, todos nosotros seremos ciudadanos inspectores ayudándole a cumplir con su tarea.
Así funciona la democracia.
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