Habemus Papam
Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 18 marzo, 2013
¿Será este un Papa que se preocupe por los más necesitados? San Francisco de Asís, a pesar de ser hijo de un rico comerciante, decidió vivir en la más estricta pobreza
Habemus Papam
Lo primero que pensé al enterarme de la designación del nuevo Papa fue lo contento que se hubiera puesto mi papá. Lamenté que no le hubiera alcanzado la vida para conocer tan sorprendente noticia. No es que don Leopoldo fuera un católico devoto; era más bien medio escéptico e irreverente pero, sobre todo, demasiado argentino, un porteño de caricatura.
Que Messi conquistara año tras año el Balón de Oro lo llenaba de orgullo. Me imagino su euforia si hubiera sabido que el primer Papa latinoamericano se crió en su mítico barrio, San José de Flores, muy cerca de las casas de mis abuelos paternos y maternos.
Como mi papá era un poco mitómano o, para decirlo de una forma bonita, siempre le gustó maquillar la realidad con más base y rubor del necesario, habría afirmado que conocía a “Jorgito”, que alguna vez jugó fútbol con él, y que los Bergoglio iban a la misma feria que mi abuela Delia. No habría dudado en repetir la frase que acuñan muchos porteños: “Dios es argentino”.
Recuperada de mi asombro ante la designación, no me extrañó en lo absoluto que el nuevo Papa esté en contra del aborto en cualquier circunstancia y se oponga a las uniones gays. De haber tenido otra posición jamás habría sido electo. El Vaticano tiene posturas inflexibles en estos temas y faltan años para un cambio verdadero.
Ahora bien, la Iglesia siempre se ha autodefinido como una organización dedicada a los pobres y ahí sí que muy pocos han sido consecuentes. La pompa, la ostentación, el lujo y los dudosos manejos de dinero que han desatado escándalos difíciles de ocultar, han sido una constante en el Vaticano.
Jorge Mario Bergoglio es jesuita, orden que se ha caracterizado por el alto nivel intelectual de sus miembros y por su inclinación hacia los pobres.
Tanto que han sido perseguidos: el ilustre jesuita Ignacio Ellacuría junto a sus compañeros Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Armando López, Juan Ramón Moreno, Joaquín López y López y sus asistentes Elba Julia Ramos y su hija Celia de 15 años, fueron brutalmente asesinados en noviembre de 1989 por un batallón de las Fuerzas Armadas de El Salvador.
También en Argentina dos compañeros jesuitas de Bergoglio, Orlando Yorio y Francisco Jalics, fueron secuestrados y liberados luego de cinco meses de terribles torturas en la Escuela Mecánica de la Armada, durante la atroz dictadura que sufrió ese país.
¿Será este un Papa que se preocupe por los más necesitados? La elección de su nombre parece tener relación directa con San Francisco de Asís, que a pesar de ser hijo de un rico comerciante decidió vivir en la más estricta pobreza.
El fundador de la orden de los franciscanos, convivió con los leprosos y cuenta la leyenda que escuchó desde el crucifijo de la Iglesia de San Damián: “Francisco, vete y repara mi iglesia, que se está cayendo en ruinas”. El santo se dedicó a la reconstrucción de ese templo.
La frase, sin embrago, parece tener un significado metafórico en estos tiempos de crisis. Ya lo veremos.
Claudia Barrionuevo
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