Héroes, leyendas y fantasmas
Candilejas [email protected] | Viernes 15 marzo, 2019
Escriben fragmentos de la historia tica, perturbada por cuentos de horror que le paran el pelo al más macho y las plumas al más gallo.
Entre sus íconos históricos se encuentra una estatua en honor a Johannes Gutenberg, inventor de la imprenta, aunque, en realidad, sus restos descansan en Maguncia, Alemania, de acuerdo con la biografía que publica el sitio Internet Wikipedia.
Al frente de la vacía tumba de Gutenberg, está la del expresidente Dr. Calderón Guardia, cuya bóveda se ubica cerca de la correspondiente a la primera pareja presidencial costarricense, compuesta por Pacífica Fernández, quien creó nuestra bandera nacional, y José María Castro Madriz, último jefe de estado y primer Presidente de Costa Rica.
Más allá se asoma un rostro esculpido del Héroe y Libertador Nacional, Juan Mora Porras, debido a su proeza en la Campaña de 1856 contra los filibusteros.
Es el mismo héroe que traidoramente fuera fusilado en Puntarenas, en 1860, junto con su cuñado, José María Cañas, quien igualmente reposa en este campo santo.
Su tumba está desnuda de placa conmemorativa por la Nación, al contrario de la del Dr. Castro Madriz.
Las almas de estos personajes podrían verse aturdidas con cuentos fantasmagóricos, que pasaron de generación en generación y que hoy muchos siguen afirmando como ciertos.
Tal es el caso de “la novia”. Se encuentra enterrada en un imponente mausoleo de fina piedra negra, con una sola placa en la que se lee “familia Amerling”. Dentro se vislumbra la figura escultural en mármol de una hermosa novia, buqué floral entre sus dedos y yacida muerta en el altar.
Cuenta la leyenda que la novia falleció durante su boda, justo antes de dar el “sí” a su amado.
Desde entonces, su espíritu se aparece, “principalmente a taxistas, quienes conducen frente al cementerio General”, comentó Juan Carlos Azofeifa, conocido como “Yuyito”, panteonero hace 23 años en el lugar.
“Solamente la ven sentada en el asiento trasero con su impecable vestido blanco y con una tímida sonrisa que se asoma al retrovisor justo antes de desaparecer”, cuenta Yuyito.
Perturba también escuchar la voz de “el niño agonizante”, quien pide agua a los presentes.
“La china” ha sido una limpiadora de tumbas en el cementerio, y ella dice ser testigo de haberlo escuchado una mañana en 2010: “mientras limpiaba las bóvedas del fondo lo escuché decir ‘deme agua que tengo sed’”.
Aunque no todo son sustos. Acá se encuentran los restos del Dr. Moreno Cañas, quien supuestamente sigue curando después de muerto. El rito consiste en dejarle un vaso de agua limpia, tapado con una franela blanca cada noche, y a un lado, la petición por escrito.
Al día siguiente, la persona enferma bebe el agua y repite el ritual hasta curarse, cuentan los que creen.
Una vez curada la persona, debe pagar una misa a su alma y visitar su tumba al menos una vez en su vida, dice doña Lela, una adulta mayor que reza al lado de su tumba.
A la media noche, cuentan Yesenia y “la China”, es cuando más asustan. Se ven velitas flotando en el aire sobre las tumbas, luces opacas, pero visibles, “especialmente sobre la tumba del Dr. Moreno Cañas. También se ven sombras, sentadas sobre las bóvedas, y se escuchan murmullos, gente hablando, luego silencio, luego hablan nuevamente”. ¿Qué dicen? “No se entiende…pero seguramente se levantan de sus tumbas todas obstinadas, y se preguntan entre ellas: ¿cuándo llegará el Juicio Final?”. (Risas).
Carmen Juncos Biasutto
Editora Jefa y Directora de proyectos