Hora de repensar
Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 28 octubre, 2015
Es hora de que los fragmentados colectivos sindicales replanteen muy seriamente sus estrategias, por la forma y por el fondo
Hablando Claro
Hora de repensar
Patria Justa se llevó un tremendo varapalo al no haber logrado articular la fuerza mínima necesaria para una huelga histórica indefinida y tuvo que conformarse con un acuerdo que no constituyó más que una salida decorosa para dar por concluido un movimiento que claramente se había agotado el mismo lunes por inanición.
En este sentido, no comparto la tesis de quienes sostienen que el Ejecutivo viendo el tamaño de la manifestación y midiendo su fuerza, debió haberse negado a negociar, sobre todo cuando claramente había controlado desde primera hora de la mañana los puertos marítimos y los planteles de suministro de combustibles.
Por el contrario, el Ejecutivo entendió bien desde esa posición ventajosa que debía tenderle un puente a la dirigencia sindical para que saliera del atolladero en el que se había metido convocando a una manifestación sin músculo.
En procesos de negociación, hay que tener claro el objetivo final y, por supuesto, Zapote tuvo el poder negociador, puso el actor que escogió y sentó en su escenario a los dirigentes que —compelidos por la imperiosa necesidad de mostrar logros— no podían darse el lujo de suspender la negociación sin un acuerdo.
Si el movimiento huelguístico hubiera logrado su propósito de impacto inicial, no habría habido la urgencia de resolver la negociación en la primera ronda. Si el poder negociador lo hubiese tenido Patria Justa, esa primera ronda se levanta con cualquier pretexto (incluso ir a consultar el texto a las respectivas “bases”) y hubiese continuado, como preveía la ilusión sindical, “indefinidamente” y con demandas de mayor calado.
Pero en política cuentan los hechos y hablando de huelgas como hecho político superlativo de la acción sindical, ello no ocurrió. Y eso permitió al Ejecutivo sin mayor desgaste un acuerdo que, en pocas palabras, ofrece nada o casi nada, excepto porque incorpora a Patria Justa a las deliberaciones con respecto a la situación del régimen de pensiones de la Caja.
Otros asuntos menores, como enviar proyectos al Congreso, haber conocido una carta que el gobierno remitió a la Aresep la semana pasada o la revisión de planteamientos jurídicos del Ministerio de Trabajo constituyen ítems sin ninguna implicación.
En otras palabras, se trata de un finiquito que no coloca al Ejecutivo en ninguna posición incómoda ni mucho menos adversa a sus propias tesis. Un simple acuerdo de salida, que por mucho que ahora se exalte como una victoria sindical, no tiene más que lo que dicen sus dos páginas, incluyendo el compromiso de Patria Justa de “abstenerse a convocar nuevos movimientos similares”, lo cual es una obviedad porque estamos en la antesala de la Navidad.
Es hora de que los fragmentados colectivos sindicales replanteen muy seriamente sus estrategias, por la forma y por el fondo. Deben recuperar el foco. Entender que estamos en una transición profunda. Que la sociedad cambió. Que no valen las viejas tesis discursivas. Que necesitan una nueva narrativa. Que deben definir sus objetivos con precisión milimétrica. Necesitan entender que son actores imprescindibles de la negociación política en democracia. Y que no pueden seguirse desmereciendo a sí mismos.
Vilma Ibarra
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