¡¿Independencia de qué?!
Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 15 septiembre, 2010
Hablando Claro
¡¿Independencia de qué?!
No es necesario que admita mi inadecuado uso de los signos de puntuación; salta a la vista. Acaso sea porque no encuentro otra manera de mostrar la mezcla de sentimientos de asombro, rechazo y malestar (en ese orden) que me producen ciertos enfoques “intelectuales” que, consultados sobre nuestros 189 años de Proclama de Vida Independiente, sacan a relucir toda suerte de prejuicios, frustraciones e insatisfacciones que lejos de provocar pena resultan irritantes por torcidos y peligrosos. Son prenociones que, por supuesto, esas personas no podrían ventilar libérrimamente si no vivieran en una democracia donde es posible (¡lo que hay que soportar por la defensa de la libertad de expresión!) hasta proferir blasfemias contra nuestros próceres y la formación de la nacionalidad costarricense. Porque hay que admitir que quien es capaz de asegurar que no somos independientes (por la consideración que sea) no hace sino maltratar la memoria de quienes han construido esta Patria con empeño, denuedo y convicción cívica, a prueba incluso de las desesperanzas y desigualdades que por supuesto siempre hemos padecido y que lejos de ser una consigna de resignación deben ser el acicate de la determinación para seguir luchando en pos de la profundización de la democracia que nos ha sido dada y que nosotros mismos hemos moldeado para encontrarnos en este punto de la historia.
A estas alturas sobra confesar que la intolerancia (ese virus altamente pernicioso contra el cual lucho todos los días en el empeño de intentar ser una mejor ciudadana de este tan imperfecto pero democrático, libre e independiente país) me gana la batalla.
Sí. Soy intolerante a las afirmaciones obtusas, a esas visiones de cataclismo que aseguran que Costa Rica no vale un centavo, que vivimos en el hoyo oscuro del planeta, sin acceso a las garantías y condiciones mínimas de los más incipientes estados de derecho, que un puñado de idealistas, soñadores, trasnochados y por supuesto conspiradores de los peores intereses nos imaginamos, pero que en realidad lejos de ser una democracia centenaria constituye una suerte de engaño en el que estamos enganchados todos los que no son ellos. Las y los iluminados…
Pero no es mi intención agriarle la celebración. No quiero terminar colocada del lado de esas mentes brillantes. Prefiero seguir viviendo en la supina ignorancia creyendo que cada día seguimos puliendo esa construcción inacabada que es la Patria. Y que así nos intenten ganar la batalla el narcotráfico, el crimen organizado, los corruptos de todo signo que mancillan la democracia y también las voces y visiones desalentadoras del mejor esfuerzo, somos capaces de seguir luchando por vivir mejor y heredar un mejor país a nuestros hijos y nietos.
¡Feliz Día de la Independencia!
Vilma Ibarra
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