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COLUMNISTAS


Ira por la muerte de George Floyd

Marilyn Batista Márquez [email protected] | Lunes 08 junio, 2020


En los Estados Unidos ser negro significa tener el doble de posibilidades de ser pobre, desempleado, no tener seguro médico, morir de coronavirus y morir bajo custodia policial.

Datos del año pasado, dados por la ONG Mapping Police Violencce EE.UU., muestran que de 1.099 personas que murieron bajo custodia policial, el 24% de ellos eran negros, cuando la población de afroamericanos en este país es un 13%. En el sistema penitenciario la situación es similar, con más negros en cárceles que blancos, en comparación a la población en general.

Decenas de estudios demuestran que en los Estados Unidos continúa existiendo una profunda brecha social en las condiciones de vida de la población afroamericana en comparación con la blanca, misma que provocó el boicot de autobuses en Montgomery, en 1955, la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad, en agosto de 1963 y los disturbios raciales de Detroit en 1967, que culminó con 43 muertos, 1,189 heridos, más de 7,200 arrestos y unos 2,000 edificios destruidos.

En 1992, en Los Ángeles, California, aconteció el denominado Disturbio de Rodney King, que inició cuando un jurado compuesto en su gran mayoría por personas blancas, declararon inocente a cuatro policías que propinaron una golpiza a un taxista negro. Hubo 54 muertos y más de 2.000 heridos durante los disturbios que duraron cinco días.

El pasado 26 de mayo, después del asesinato de George Floyd, causado por un policía de Minneapolis que mantuvo su rodilla en el cuello durante 8 minutos hasta asfixiarlo, iniciaron las manifestaciones y protestas, al principio de manera pacífica, y posteriormente con actos de violencia que han reportado más de 1,669 arrestos y 11 decesos.

Cinco días antes del asesinato de Floyd se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, que recuerda la Matanza de Sharpeville, en donde la policía abrió fuego y mató a 69 personas en una manifestación pacífica contra la ley de pases del apartheid que se practicaba en Sharpeville, Sudáfrica, en 1960.

Los tres grandes disturbios en la época reciente en los Estados Unidos, al igual que la Matanza de Sharpeville, están vinculado a la brutalidad policial hacia afroamericanos, pero lo impactante de este último disturbio es que además de haber generado protestas simultáneas en más de 100 ciudades de los Estados Unidos y 22 estados, ha traspasado las fronteras de este país, generando docenas de manifestaciones en otros países y millones de mensajes de protestas en redes sociales.

Manifestaciones en Berlín, Londres, Atenas, Johannesburgo y Rotterdam se ha sumado a la indignación por la muerte de George Floyd. Personalidades públicas que van desde deportistas y actores, líderes en defensa de derechos humanos y representantes de gobiernos, hasta llegar al Vaticano, han repudiado el discrimen racial que impera en esta nación.

El papa Francisco también alzó su voz para condenar el asesinato de Floyd al afirmar que “no podemos tolerar o cerrar los ojos ante el racismo y la exclusión en cualquiera de sus formas y a la vez decir que defendemos lo sagrado de cada vida humana”.

Los disturbios de Minneapolis están siendo considerados los peores desde la época de Martin Luther King, dejando evidente y certera la frase del gran líder afrodescendiente de los derechos humanos de los Estados Unidos de América: “La revuelta es el lenguaje de los no escuchados”.

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