La cancha de juego
Luis Mastroeni [email protected] | Viernes 27 septiembre, 2024
Existe en el mundo de la nueva dinámica de negocios una norma internacional que permite identificar si una empresa está siendo responsable frente a sus actuaciones e impactos o si sigue sin aplicar la evolución que está llamada a hacer para ser viable en el tiempo.
La norma mundial llamada ISO 26000 se lanzó en el 2010 y es, por decirlo de alguna forma, la cancha del juego de los negocios responsables. Es el marco de referencia al que hay que acudir cuando una organización desea iniciar el proceso de introducción de los aspectos sociales y ambientales a su gestión empresarial.
Una de las razones por las cuales existe es para evitar el greenwashing, en otras palabras, que los negocios se pongan creativos y crean que cualquier acto de buena fe podría considerarse una gestión responsable. Desde hace ya catorce años impera esta ISO para separar gestión integral de filantropía.
Hay que recordar que las personas en las empresas cometieron abusos (alguna lo siguen haciendo) en la aplicación del término responsabilidad social y lo usaban para nombrar acciones que iban desde sembrar árboles, hasta regalar un uniforme deportivo a un equipo de vecinos. Nada más alejado de su verdadero significado.
Aún en nuestros días hay gente que me dice que eso lo usan las empresas para maquillar sus actuaciones y que no lo hacen en serio. La utilización de la norma ha tratado de corregir esto.
La ISO propone los “debería” de una organización a la hora de abordar los impactos que sus operaciones tienen sobre la sociedad en general, la naturaleza, el público interno, los proveedores, los consumidores y clientes, los derechos humanos y la gobernanza. Cada uno de estos aspectos (llamados materias fundamentales) tiene una serie asuntos que le brindan a la empresa una guía por medio de la cual cuestionarse si su actuación está en línea con esto.
Si lo está, le pide documentarlo, gestionarlo, incluirlo dentro de los indicadores clave de la empresa. Si no lo está, se convierte en una especie de brújula que le va guiando hacia una gestión responsable, que toma en cuenta los aspectos relevantes para la continuidad del negocio.
Existen herramientas y consultores que pueden llevar de la mano a las empresas en estos procesos, pero lo fundamental es estar claro de que el proceso llevará la gestión del negocio a otro nivel. Integrará los procesos internos de forma tal que el retorno sobre la inversión de dinero no será el único indicador que medirá el éxito o fracaso de la empresa.
La ISO ayuda a entender que hay múltiples factores que entran en juego para que en este momento de la historia se pueda decir que una empresa es exitosa o que tendrá la posibilidad de gestionarse en el largo plazo.
En estos artículos, más que referirme a la profundización de las materias fundamentales, quisiera ahondar en los principios en los que se basa la norma, porque me parece que son clave para comprender lo que busca, que más allá de proponer insertarse en un sistema de gestión, quiere establecer las pautas para que el negocio transforme su manera de operar.
Los principios son: Accountability, transparencia, comportamiento ético, respeto por los intereses de los públicos, respeto por el estado de derecho, respeto a las normas internacionales, respeto por los derechos humanos.
Esto es lo que busca la norma al final de todo, que estos aspectos estén en la base de cualquier empresa y que quienes la conforman estén claros y convencidos que operarán basados en esto.
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