La guerra contra el crimen organizado
Emilio Bruce [email protected] | Viernes 23 agosto, 2024
Emilio R Bruce
Profesor
Las reglas de la paz no son las reglas de la guerra. Las acciones y actividades de la paz no son las vividas en guerra. La guerra es espantosa y no se gana ignorándola. La destrucción producto de la guerra es lamentable y digna de ser rechazada desde lo más profundo de nuestras entrañas. La Guerra de 1856 fue indispensable para Costa Rica y la guerra contra el crimen organizado es vital para nuestra supervivencia como país. No podemos dejarnos de la delincuencia organizada. Espero sinceramente que nuestras autoridades así lo comprendan y actúen en concordancia.
Hemos vivido tantos años en paz que no sabemos cómo librar una guerra, cómo derrotar a un enemigo cruel y sangriento. Hemos tenido una paz tan fecunda y tan prolongada que muchos rechazamos desde lo más profundo de nuestro ser librar una guerra, pero el enemigo nos ha invadido y está por conquistarnos. Debemos prepararnos para librar esta contienda. Debemos formar la oficialía que pueda conducir esta guerra, el hombre hace la diferencia en estos combates.
Las bandas criminales están aparentemente mejor armadas y mejor dirigidas que nuestras autoridades. Los policías de la Fuerza Pública armados con el AR15 o el M16 de más de 50 años de uso se enfrentan a las bandas armadas sofisticadamente. Armas largas y viejas para librar luchas a corta distancia y en barriadas de paredes frágiles no parece lo más indicado. ¿Nos estamos rearmando adecuadamente para derrotarlos o hacemos economías para debilitarnos y que nos derroten?
En las guerras contra el crimen organizado la inteligencia policial resulta de importancia vital. Es indispensable saber anticipadamente lo que hace o lo que va a hace el enemigo para preparar acciones y siempre ir un paso adelante. Debemos tener las comunicaciones de toda la policía, del OIJ y de las unidades de choque debidamente codificadas. Es fundamental que no sepan nunca lo que nuestras autoridades planean o están por ejecutar. La inteligencia policial deberá evitar que sea infiltrada la Fuerza Pública la OIJ y los otros cuerpos de policía, que sus cabezas hayan sido compradas, extorsionadas o trabajen, colaboren o informen a las bandas del crimen organizado. Las comunicaciones deben de ser codificadas de manera plena. ¿Tenemos una inteligencia policial de primer mundo? ¿Estamos organizando la mejor inteligencia policial de toda la región o estamos haciendo economías en ésta, uno de los factores críticos para nuestra supervivencia? La creación de una red de informantes la tiene afinada el crimen organizado. ¿Tenemos una red de informantes mejor que la que ellos han logrado construir?
Disimular las realidades e impedir que los ciudadanos conozcan las consecuencias de un triunfo del crimen organizado no se vale. Evitar discutir y dialogar sobre el crimen organizado y sus consecuencias es no hablar del elefante sentado a la mesa. ¿Qué estamos haciendo para evitar el triunfo del crimen organizado y el advenimiento de un narco estado?
Es tiempo de comenzar a librar las luchas organizadamente. Es tiempo de rearmar nuestras autoridades adecuadamente. No hay que rearmar grandes números sino unidades de intervención depuradas, sin infiltración, sin informantes del crimen organizado. No hay que rearmar a todos, hay que rearmar a los que siguiendo la información de la inteligencia policial habrán de intervenir de manera decisiva para aplastar una a una a las bandas.
Hay que restablecer los exámenes detectores de consumo de drogas en todas las autoridades del Ministerio de Seguridad Pública, del OIJ y los demás cuerpos de policía. A través del consumo de drogas se controla extorsionando a los individuos. A través del consumo y el suministro se desarrolla la red de informantes del crimen organizado.
Es indispensable tener una oficialía de primera clase, con criterios claros y objetivos de un perfil apropiado a las delicadas responsabilidades relativas a la seguridad de la nación, que conduzca la lucha contra el crimen. La oficialía debe de estar bien entrenada, bien preparada, con asesoría extranjera y capacidad para triunfar en nuestro propósito nacional contra el delito.
El país debe de hacer con diligencia los cambios a nuestro estado de legalidad para que la ley ayude a la eliminatoria del flagelo del crimen organizado. Hay que afinar las leyes que desde años atrás han regido en una realidad diferente de la que ahora vivimos.
Las fuerzas del orden no se limitan al OIJ que como organismo policial está sacando la cara como policía represiva subordinada al Poder Judicial. La seguridad del país involucra a cerca de 37 cuerpos de policía distintos adicionales, con hincapié en la acción policial preventiva. Curiosamente el discurso oficial apunta a subvalorar la labor de esas otras policías incluyendo a la Fuera Pública aparentemente creyendo que reformas legales enviadas por el Poder Ejecutivo a la Asamblea Legislativa harán la diferencia, como si un solo cambio en la legislación sustituirá la acción preventiva policial. Nunca una ley sustituye la acción humana en el papel de seguridad. Ese enfoque legalista es un mal enfoque que nos hará seguir sin acción de la policía preventiva contra el crimen organizado. El Poder Judicial no está exento de infiltración por lo que será indispensable la depuración de funcionarios y de jueces que estén conectados y sirvan al crimen organizado.
La guerra contra la delincuencia organizada es eso una guerra, habrá caídos y habrá héroes. La guerra contra el crimen organizado es la herramienta para volver a la paz plena y a la paz en decencia e integridad. La guerra contra el narcotráfico no es herramienta de lucro y menos de poder. Queda poco tiempo. Es menester que reaccionemos con espíritu de urgencia.
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