La guerra por las CBDC
Mauricio París [email protected] | Jueves 17 marzo, 2022
En mis clases de Teoría del Estado, a inicios de siglo, estudiábamos el poder del control monetario como una de las bases del Estado - Nación. Este control existió durante siglos, hasta que recientemente las criptomonedas llegaron a ponerlo en entredicho, forzando cambios importantes en el sistema financiero internacional. Vemos como las principales potencias del mundo están entrando en una doble guerra sobre el particular: la guerra contra las criptomonedas descentralizadas, especialmente el bitcoin, y la guerra entre ellas mismas por el dominio del futuro del dinero digital.
El anuncio de la semana anterior del presidente de los Estados Unidos de dar inicio al proceso de creación del dólar digital no toma por sorpresa, más bien es un anuncio que debería haberse dado hace muchos meses. 9 países han lanzado ya monedas digitales, mejor conocidas como Central Bank Digital Currency o CBDC. Nigeria es el último país en hacerlo, mediante la e-Naira. Según datos del Atlantic Council, 14 países, incluyendo a China y a Corea del Sur, se encuentran ahora en la fase piloto de sus CBDC, y podrían anunciar su lanzamiento muy pronto. Con el anuncio de los Estados Unidos, serían ya 87 países (incluyendo el bloque de la Unión Europea) que representan más del 90% del PIB mundial, los que estarían estudiando la posibilidad de crear una CBDC. Hace dos años, ese número era solo de 35 países.
El interés de las principales potencias económicas en las CBDC evidencia que al dinero físico le quedan los días contados, y que el modelo de moneda digital del bitcoin y otras criptomonedas es el futuro del dinero. A diferencia de las criptomonedas normales, las CBDC tendrían una gran ventaja: la ausencia de volatilidad en su valor. Las CBDC son stable coins, es decir monedas emitidas por los bancos centrales con una reserva monetaria como respaldo, y que suelen tener equivalencia con esta. Es decir, un dólar digital tendría un precio equivalente a un dólar “tradicional”, eliminando así el valor especulativo de las criptomonedas. Sin embargo, desde que el patrón oro finalizó en 1971 con el Nixon shock, lo único con que cuentan los Estados es con la confianza en sus monedas.
En este contexto, las CBDC adquieren una relevancia geopolítica significativa, y los tres bloques económicos principales, China, Europa y ahora Estados Unidos, procuran no perder la influencia de sus respectivas monedas. El proyecto que va más avanzado, del e-CNY o yuan digital, podría ser una herramienta importantísima del gobierno chino para influir internacionalmente. Si el gigante asiático comienza a dar préstamos en condiciones favorables a los estados en vías de desarrollo por medio de su moneda digital, esto podría implicar una paulatina yuanificación de las reservas económicas internacionales, aunada a una mayor rapidez, ausencia de tasas de intermediación bancaria y mayor seguridad en las transacciones de los ciudadanos. Todo esto podría poner en entredicho la hegemonía del dólar en el sistema financiero internacional.
Aun y cuando parece que las CBDC serán una realidad en el corto plazo, quedan muchas interrogantes respecto a su funcionamiento, y en mi criterio hay dos temas muy complejos por resolver: 1) Los problemas de interoperabilidad, dado que los proyectos de cada país se están realizando bajo normas y estándares tecnológicos no homologados, lo que podría llevar a que estos sistemas no se comuniquen entre sí, como pasaría por ejemplo si las tarjetas de crédito emitidas en un país no se pudieran usar en otro, y 2) Más importante aún: cuál será la privacidad que ofrecerán las CBDC, si es que ofrecerán alguna.
Cabe recordar que el bitcoin fue una reacción al colapso mundial de la confianza producto de la crisis económica de 2008, y tiene como fundamento ideológico precisamente la protección de la privacidad de los usuarios, bajo la lógica de que la privacidad en una sociedad abierta requiere sistemas de transacciones anónimas (no secretas) y no centralizadas, ni por una corporación ni por un gobierno. Esta privacidad es una de las principales características del bitcoin, y una de las principales críticas que recibe de los Estados. Las CBDC van justo en la dirección contraria: se trata de monedas centralizadas por los gobiernos, y que, teóricamente, permitirían un control absoluto respecto de sus movimientos. Así, los Estados podrían monitorear en cada momento en qué gastan sus ciudadanos cada dólar, cada yuan, o cada euro, con los riesgos gigantescos que esto puede traer a las libertades individuales y al sistema democrático.
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