La percepción de la Asamblea
Carlos Denton [email protected] | Miércoles 24 septiembre, 2008

Carlos Denton

Es cierto que, de facto, ha dejado de ser el Primer Poder de la República, con toda la independencia que le permite la Constitución Política, al permitir al Poder Judicial intervenir en sus procedimientos internos. No hay duda de que la Corte Suprema tiene el derecho de determinar si una ley que produce la Asamblea Legislativa es constitucional o no, pero es bastante dudoso que los autores de la Constitución quisieran que el Poder Judicial dictaminara el procedimiento que se sigue para producir esa legislación. Ojalá que en el futuro lleguen unos diputados que se nieguen a aceptar esa injerencia de la Corte en un poder independiente del Estado.
Pero la verdad es que la gran mayoría de los diputados trabajan largas horas en situaciones difíciles y en un ambiente desagradable, conflictivo y a veces pestilente. El apoyo técnico y administrativo a sus esfuerzos es limitado, lerdo y a veces producido de mala gana. Algunas de las “oficinas” que se les asignan están en condiciones desagradables, tirando a inoperantes. Entre sus números hay un pequeño grupo de “estrellas” que se caracterizan por disfrutar extenderse demasiado cada vez que hablan, compartiendo su “sapiencia” a los compañeros que no necesariamente disfrutan de lo que algunos podrían llamar “verborrea.” Los salarios son de sacrificio para cualquier persona que proviene del sector productivo nacional, y realmente no hay prebendas.
Como no hay carrera para diputados, sirven por cuatro años y se van para su casa, es difícil para muchos ciudadanos en ejercicio pleno de su profesión, asumir este tipo de responsabilidad. Si es abogado independiente, es decir, no de uno de los bufetes grandes, tiene que dejar sus clientes a otros para que los atienda. Igual sería el caso para el médico, el arquitecto o cualquier otro exitoso en el ejercicio libre. El empresario tendría que cerrar, vender o dejar el negocio en manos de otros, con la esperanza de que aún exista cuando regrese. Servir en un puesto de diputado significa un sacrificio importante de ingresos y estabilidad económica para muchos. Es tal el caso, que los partidos políticos tienen dificultades en encontrar personas idóneas que estén en condiciones de realizar un sacrificio personal y existencial como requiere servir en la Asamblea Legislativa.
Lástima que los mismos diputados no han podido hacer el esfuerzo por mejorar el ambiente físico y de apoyo técnico en que laboran; no importa la gritería de costumbre de los medios por la inversión que se requiere, porque es muy necesario. También sería necesario y urgente cambiar algunos aspectos del apoyo administrativo existente.
Si no se realizan mejoras, cada vez serán menos los que estén dispuestos a invertir cuatro años de su vida en un esfuerzo, realmente patriótico, de servir como diputados.
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