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COLUMNISTAS


La pobreza de Costa Rica

Jonathan Prendas [email protected] | Lunes 17 octubre, 2022


Jonathan Prendas Rodríguez

Analista político

Existen dos formas de medir la pobreza de un país, la tradicional que refleja el nivel de ingresos (socio económico) de las personas y el la que defino como "real" que desnuda la competitividad, la eficiencia y el pragmátismo de un país para dar respuesta a las necesidades de sus habitantes.

Partiendo del hecho de que una persona sobresale por las oportunidades que tiene (autogeneradas o promovidas por el sistema), es importante señalar que el nivel de pobreza se reduce en el tanto sus habitantes tengan los espacios y las condiciones para crecer.

Así las cosas, si bien en la escala tradicional Costa Rica tiene cerca del 25% de pobreza (1 de cada 4 personas aproximadamente), lo que conviene revisar es la tendencia que marca la pobreza "real*, pues ahí se podrá ver si el sistema y quienes lideran el país están funcionando o no.

Este espectro refleja si somos sencillos y ágiles para dar respuestas al sector productivo, si tenemos un sistema educativo versátil, bilingüe y tecnológico, si tenemos un sistema de seguridad eficiente, moderno y presente, si tenemos un sistema de conectividad con cobertura nacional, listo para adaptarse a los cambios internacionales y con acceso universal, si tenemos un sistema de salud de acceso real, sin demoras y afín al sector productivo.

Según estos parámetros es aquí donde podemos encontrar la raíz del problema costarricense... Cualquier población no guarda tanta pobreza como la que provoca un sistema político distante de la eficiencia.

El problema de la pobreza, entonces, no es la falta de dinero, es la falta de un encadenamiento estratégico de beneficio social donde todos tengan opciones para prosperar, algo que en nuestro país no existe gracias a que los parámetros reales, de los que ya hablamos, son tan limitados.

En suma, si se tienen problemas estructurales y un alto costo de vida es difícil salir adelante, generar empleo y visionar un país mejor.

Sabiendo ya las verdaderas causas de la pobreza, lo mejor que se puede hacer es simplificar al máximo las soluciones para atender el problema lo más rápido posible, pues perpetuar la receta destinará al país al estancamiento y a la población a la crisis.

Empecemos por transformar la educación, la seguridad y la salud, ataquemos la mentalidad estatista de que el sector productivo es el enemigo o a quien cobrarle todos los impuestos posibles y enfrentemos la verdad: debemos ser competitivos no con las reglas de lo público, sino con los estándares de lo privado, es decir, debemos cambiar la forma en que el gobierno atiende al pueblo, sin importar quien sea y lo que haga.

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