La seducción electoral
Natiuska Traña [email protected] | Martes 22 febrero, 2022
Nos enfrentamos a otro nuevo virus… El capitalismo de la influencia emocional.
Seguramente, le habrá aparecido en sus sugerencias de Netflix, el nuevo documental: “The Tinder Swindler”. Simon Leviev, un israelí que utiliza la aplicación Tinder para seducir a mujeres y posteriormente estafarlas por miles de dólares, después de haberles vendido una imagen de multimillonario, como se definía él: el príncipe de los diamantes.
Sin embargo, los trepadores y escaladores no solo existen en las redes sociales, no sólo es el “Tinder Swindler” el que acaba con las billeteras, ¿recuerdan el caso del “Cementazo”, los recientes de “Cochiilla” y “Diamante”?
Pero hilemos más en macro y creo que no es la primera vez que lo digo. ¿Han analizado por qué funcionan como enamorados en cada elección? No lo dije en un podcast porque se me ocurrió, sino porque hay estudios que demuestran que perdemos el razonamiento cognitivo.
Actualmente, las estafas no solo ocurren en Tinder, Bumble o Instagram, para mencionar algunos ejemplos, también hay una gran estafa en los sistemas políticos. Los estafadores tienen el poder y se lo seguimos dando.
Le encontré un agridulce a este documental, que de primera mano no me gustó y mientras lo comentaba por WhatsApp con mi “partner in crime” de columnas. Mi recomendación fue no verlo porque lamentaba que las víctimas hubieran sido tan ingenuas.
Días después, me percaté de que estamos viviendo la misma trama en la política nacional de cara a la segunda ronda electoral. Esta vez, no tenemos el escenario del “Robin Hood” que promete salvarnos (muy común en los países tercermundistas), lo más relevante de la atmósfera electoral, es la discusión de las vidas personales de los candidatos como método de decisión.
Nuestro “documental” nacional, se enfoca en personajes que nos mantienen (y mantendrán) enganchados todos los días hasta el 3 de abril. Necesitamos un malo el “Caracortada” y necesitamos también un “Al Capone” para crear el morbo de verlos ganar o fracasar, de dejar de verlos como seres humanos y tomarlos sólo como un entretenimiento más, un “Reality show”, donde dejaron de importar los proyectos políticos y el crecimiento real que tenga el país. (¿Nos volvimos a enamorar? Les dije que no se vale enamorarse).
A menos de dos meses para la segunda ronda, el ganador deberá tomar decisiones importantes, que rigen el futuro de la economía, de la paz, de la democracia, de la seguridad, de la infraestructura, en fin… Que deben llevarnos a construir un mejor país. Y esa decisión nos demostrará el lado grotesco que no queremos aceptar de nosotros mismos: la irresponsabilidad al elegir a nuestros gobernantes. Porque no son consecuencia de sus ansías de poder o de estar enquistados en el aparato político, sino que hay todo un sistema que permite que se mantengan y que surjan. Ese sistema, que es nuestra cultura, está normalizando conductas inaceptables y las minimiza; ese sistema perdona errores pasados para traernos un escenario electoral jugoso en el que nadie quería estar.
En este momento, estamos siendo seducidos por una campaña de desprestigio, sin ideas, donde no estamos viendo claro cuál es la opción que más le conviene al país. Nuevamente nos estamos dejando llevar por la inexperiencia y las ocurrencias que, terminan por explotarnos en la cara cada cuatro años.
Si pensaron como yo cuando vi el documental, que ustedes no caerían en la estafa del “Tinder Swindler”, se la están creyendo para el 3 de abril.
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